Arquitectura  Edición Nº185 

DE VIENA A LAS PAMPAS

“Hola Lucas, conocí tu trabajo en Instagram y me encanta. Me gustaría reunirme con vos para conversar sobre un proyecto en Centauros”. Los protagonistas de ese diálogo que comenzó por […]

“Hola Lucas, conocí tu trabajo en Instagram y me encanta. Me gustaría reunirme con vos para conversar sobre un proyecto en Centauros”. Los protagonistas de ese diálogo que comenzó por redes sociales son Lucas Muñoz, arquitecto y fundador de Estudio Lak, y Laura Schiebel, nacida en Viena y casada con Lorenzo, oriundo de Coronel Suárez. El proyecto en cuestión era un deseo de su padre, un ingeniero austríaco que quería tener un lugar propio donde instalarse durante sus visitas al país para jugar al polo con amigos. Al tiempo que aquello se concretaba exitosamente, Lorenzo y Laura le encomendaron a Lucas la construcción de otra casa, esta vez en un campo de 150 hectáreas en Capitán Sarmiento donde planeaban desarrollar un haras de cria de caballos de polo. Lorenzo practica ese deporte y ella tiene un máster en ciencias equinas, además de conducir su estudio de diseño, Lau

Con una superficie de 120 metros cuadrados, la casa se organiza en espejo con el área social en el centro y un cuarto en suite en cada extremo. Laura estuvo a cargo del interiorismo: sillones y cortinas de Les Decorateurs, par de mesas de Lau y cuadro de Atelier Natural Art; Luces empotradas de Omniluz.
“La casa fue pensada con las medidas mínimas -tiene cinco metros de ancho- por lo tanto el diseño del mobiliario fue determinante”, explica el arquitecto. La isla, que funciona como comedor, tiene mesada de neolith Pietra di Luna de Heit marmolería.
El monturero del haras Carintia -nombre de una región al sur de Austria- recuerda los materiales elegidos: pisos de cemento alisado, aberturas de PVC pintadas de negro microtexturado, techos enchapados en madera de pino. Retrato de la propietaria, interiorista y fundadora de estudio Lau.
Mesada de piedra jura grey de Heit marmolería y canasto trenzado de Las Cabrera, de Helena, Rosario y Mercedes Cabrera.
Los techos interiores están revestidos en machimbre de pino natural con la doble intención de dar calidez y utilizar “madera de un árbol que crece rápido y, en consecuencia, es un recurso renovable” dice la diseñadora. Carpinterías enchapadas en incienso reconstituído de Estudio Lak, cuadros de Flor Martelli, apliques de Ikea.
Entre el monte, la carreta abandonada y una construcción deshabitada que se recicló para vivienda del personal, el arquitecto vislumbró un terreno llano donde implantar la casa principal con vista a la pampa ondulada. La galería tiene pisos de pórfido gris cortado a disco. El estudio Turba Paisajismo reacondicionó el monte.

La premisa fue clara: simple, fácil de mantener y amable con el medio ambiente. El resultado es una casa rectangular compacta, con techos de chapa a dos aguas, revestida en piedra gris y grandes portones corredizos de madera “que se cierran herméticamente cuando los dueños no están”, dice el arquitecto.

A pedido de la propietaria se construyeron muros de 45 centímetros que mantienen la temperatura ideal; las ventanas se orientaron al Norte y al Sur para lograr ventilación cruzada y evitar el uso de aire acondicionado. Además, colocaron paneles solares y dos salamandras con conductos que reparten el calor a todos los ambientes. Un viejo molino puesto en funciones, un monte rejuvenecido con árboles nativos y una huerta completan un escenario encantador. 

Créditos: Arq. Lucas Muñoz de Estudio Lak.

Interiorismo: Laura Schiebel de Lau.

PH: Arq. Daniela Mac Adden.

Texto: Marina Aranda.

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