Arquitectura  Edición Nº 180 

Estudio abierto al paisaje 

“La casa de la artista” es el nombre con el que los arquitectos del estudio Urgell-Penedo-Urgell se refieren al atelier que proyectaron para una artista plástica y coleccionista en un […]

“Pensamos el proyecto como algo más que un taller: una obra íntima que atesore el arte de su dueña”, explica la arquitecta Andrea López. Para crear el mejor escenario, trabajaron los interiores con un único material noble y neutro: tablero fenólico. Arriba hay un escritorio y espacio de contemplación del jardín.

“La casa de la artista” es el nombre con el que los arquitectos del estudio Urgell-Penedo-Urgell se refieren al atelier que proyectaron para una artista plástica y coleccionista en un terreno de la provincia de Buenos Aires. Un nombre apropiado para distinguirla de “la casa principal” donde vive con su familia, y que está ubicada en el mismo lote de 5000 metros. Cuando ella y su marido visitaron el estudio fundado por José Antonio Urgell (fallecido en 2018), “se sintieron muy a gusto al descubrir en la sala de reuniones un cuadro con una imagen de la Casa Amatller, el edificio modernista de Barcelona donde nació Urgell en 1932, antes de emigrar a Argentina.

Los clientes deseaban Un lugar de encuentro con fogón en el parque, para lo que el arquitecto Bernardo Ezcurra diseñó un área con bancos de hormigón decorados con mayólicas.
El lote está dividido en dos jardines diseñados por el estudio Barzi Casares: el jardín de juego, con pileta y huerta, donde está “la casa principal”; y el jardín-pradera para contemplar y pasear por “la casa de la artista”.

Los clientes habían vivido en esa ciudad y recién regresaban al país”, explica Andrea López, a cargo del equipo de proyecto de arquitectura e interiorismo. En un comienzo se contempló la posibilidad de que el espacio compartiera el mismo lenguaje que la propiedad principal, pero finalmente propusieron otra identidad, encontrando inspiración en el Museo Brandhorst de Múnich, del estudio Sauerbruch Hutton. “Pensamos un pabellón de 104 metros con estructura de aluminio y construido en seco. Asesorados por el ingeniero Andrés de Aguirre, del Estudio Gigli, conformamos una segunda piel con un sistema de tubos de aluminio en composición alternada de cinco colores, que filtran los rayos de sol. Está orientado al sudeste para que la iluminación sea natural, indirecta y homogénea, fundamental para un taller de arte”. El taller y la casa principal se conectan por caminos sinuosos que recorren el jardín-pradera donde conviven buxus, gramíneas y herbáceas junto a grandes tipas y coníferas. 

Creditos: Estudio Urgell-Penedo-Urgell

PH: Arq. Daniela Mac Adden

Texto: Marina Aranda 

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