Arquitectura  Diseño  Edición Nº 180 

Arriba el Telón

La puerta de entrada al piso de Martín Cabrales se abre y… voilà! Es fácil reconocer la impronta del interiorista que ha creado esta escenografía. Muebles de diferentes épocas y […]

Sofá tapizado en tussor blanco por María Tedín, sillones de Casa Didot, mesas intervenidas por Milo Lockett y, sobre las cómodas, cuadros de Josefina Robirosa. Las dos bibliotecas son de laca blanca satinada con cajones en la parte inferior. Gerard ubicó cada libro y objeto hasta lograr armonía.

La puerta de entrada al piso de Martín Cabrales se abre y… voilà! Es fácil reconocer la impronta del interiorista que ha creado esta escenografía. Muebles de diferentes épocas y procedencias, paredes vestidas –en distintas alturas- por arte contemporáneo en convivencia con pintura clásica y fotografías, esculturas dispuestas en el piso y libros por todas partes. Este es el estilo casual y sofisticado del decorador y relacionista público Gerard Confalonieri, hábil para dar vida a espacios poco convencionales. “Al momento de decorar no me gusta comprar todo nuevo, más bien me divierte ver lo que trae el cliente para rescatar cosas y darles un lavado de cara. Me encanta ir de compras a los mercados de pulgas, cambiar los muebles de lugar y recuperar objetos de la baulera”. 

El único pedido que le hizo el empresario del café fue incorporar en el nuevo departamento, a pasos del Jockey Club, las dos mesas intervenidas por su amigo Milo Lockett y el gran cuadro colorado firmado también por el artista chaqueño en conjunto con Felipe Giménez, y que estaban en su antigua casa. “El resto se resolvió con una paleta neutra: al sofá le hicimos una funda de tussor blanco, a los sillones de Didot les agregamos almohadones de lino a rayas grises y el comedor que es ¡de morir! en gris, beige y negro. Además, rescaté una mesa antigua y un juego de plata y candelabros que Martín tenía guardados”, describe Gerard. La biblioteca se diseñó “estante por estante, todo está pensado para que el conjunto se vea armonioso”. 

En otro rincón, Confalonieri junto a dos obras dedicadas a Martín Cabrales: una pintura que alude a su pasión por el café, de Felipe Giménez, y un cuadrito de Eduardo Bergara Leumann. En el cuarto, retrato del dueño de casa por Máximo Paz.

De sus años viviendo en París, Gerard comparte la experiencia aprendida en los cursos de L’ecóle du Louvre y L’ecóle Boulle y conserva algunas palabras en francés que mezcla con el castellano en un relato ocurrente y repleto de anécdotas. Voilà! 

Interiorismo: Gerard Confalonieri

PH: Arq. Daniela Mac Adden y asistente: Mora Lorenti

Texto: Marina Aranda

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