Arquitectura EDICIÓN Nº 177
Heredera del modernismo
La ciudad australiana de Perth tiene todo lo necesario para constituirse en un paraíso terrenal: un ribete de playas de arena clara, el enorme parque junto al río y un […]
La ciudad australiana de Perth tiene todo lo necesario para constituirse en un paraíso terrenal: un ribete de playas de arena clara, el enorme parque junto al río y un monte coronado por el jardín botánico que regala panorámicas sobre este distrito que es la capital de Australia Occidental. Hasta ese núcleo urbano llegaron en 1962 los Juegos Imperiales para los que se construyeron 150 casas de atletas que pusieron el primer mojón modernista en ese espacio de la isla. En un lazo que reúne paisaje, historia y tradición, el arquitecto Neil Cownie escuchó el pedido de sus clientes con beneplácito: «Queremos una casa de concreto gris». El desafío estaba planteado.
El estudio ideó una propiedad que se extiende en una planta sobre la que apenas se eleva la suite principal, protagonista de un primer piso poblado además por un jardín verde en el techo. Hacia afuera, el hormigón texturado compone una piel rugosa e imponente. Hacia adentro, un manto de madera acanalada va hermanando los distintos espacios y creando un lenguaje común. “Los interiores abrazan las superficies desiguales de hormigón –explica el arquitecto– y están en consonancia con la estética japonesa «Wabi-sabi» con la que hemos buscado la belleza desde la imperfección. Los materiales han sido elegidos por su rugosidad, textura, sencillez y aceptación de la belleza en el envejecimiento”.
Cownie, además, quería que la vivienda no se impusiera como ajena sino que se sumara como una más en ese barrio. “Busqué en la historia del suburbio: su urbanismo, arquitectura, y los ideales de la subdivisión original para crear una casa con un fuerte sentido de pertenencia», dice. Por eso, recuperó el legado de los edificios modernistas y brutalistas que aún sobreviven: “Sentí la responsabilidad de producir un diseño no solo sirviera a las necesidades y deseos de mis clientes, sino que también estuviera en diálogo con el espíritu del lugar, sin imitar o replicar el pasado”, concluye.