Arquitectura  Decoración  EDICIÓN Nº 177 

A la medida de un concierto

Si el mundo se dividiera entre quienes ven el vaso medio lleno y los que lo ven medio vacío en relación al tiempo vivido en confinamiento, Matty Costa Paz se […]

La mesa y sillas de comedor son de madera de guindo con lustre poliuretánico de Azcue, lámparas de Federico Churba. En el living sillones y sillón bis à bis de cuero de Estudio Costa Paz, bancos negros y mesa con espejo de Habito, alfombra de Kalpakian, lámpara de pie de Arne Jacobsen para Vibia Italia, bowls de Praxis, cuadros de Fabián Tanferna.

Si el mundo se dividiera entre quienes ven el vaso medio lleno y los que lo ven medio vacío en relación al tiempo vivido en confinamiento, Matty Costa Paz se ubicaría claramente dentro del primer grupo. La diseñadora de interiores aprovechó estos meses no solo para trabajar en distintos proyectos de interiorismo sino para “parar, pensar y ver qué pasa en el mundo, y hacer aquello para lo que nunca había tenido tiempo”, como tomar clases de diseño online en el Politécnico de Milán.

La boiserie tiene base de madera de teca Limo, de la firma Egger, protegida con pátina de color gris y lustre poliuretánico mate. Alfombra de Kalpakian y lámpara colgante de Artemide; en el living, poltrona de caña malaca de Habito. Los apliques de las paredes son del Estudio Costa Paz.

Matty comparte también la reforma de una casa en San Isidro, habitada por un matrimonio con cuatro hijos, de los cuales tres son músicos. “Los dueños son muy sociables y les encanta recibir, entonces propuse que la sala de música de los chicos fuera el corazón de la casa y que el living tuviera sillones cómodos y uno bis á bis para poder armar distintos sectores de reunión”.

En el cuarto principal, mueble y mesas de luz de La Compañía, lámpara Libro de Moma Store, ropa blanca de Hands Off. El revestimiento de la galería es de Molinos Tarquini, sillas de ratán de Landmark, almohadón de Good Luck y banco de Habito.

La estrella del proyecto es la boiserie contemporánea diseñada por ebanistas con placas de la firma Egger, que une visualmente todos los espacios, genera una acústica perfecta y sirve como espacio de guardado de cables, partituras y aire acondicionado. Las cortinas se reservaron solo para los cuartos: “en el living no se necesitan. La intención fue no entorpecer la entrada del verde y la luz del jardín al interior”.

En el cuarto principal, Matty creó un verdadero refugio con pisos de madera de lapacho, boiserie de roble pintado off white, cortinas de lino, chimenea, equipo de audio y televisión más un pequeño living.

 

Texto: Marina Aranda.
Fotos: Pompi Gutnisky.

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