Arquitectura Edición Nº185
Cuestión de tiempo
Cuenta Jaime Travers que cuando era chico muchos fines de semana transcurrían en la casona de estilo colonial que su abuelo arquitecto tenía en el campo en las Sierras Chicas […]
Cuenta Jaime Travers que cuando era chico muchos fines de semana transcurrían en la casona de estilo colonial que su abuelo arquitecto tenía en el campo en las Sierras Chicas de Córdoba. Tiempo después, la construcción -proyectada por su tatarabuelo Enrique Larreta- se convirtió en una hostería y se desarrolló un campo de golf de 18 hoyos alrededor del cual comenzaron a levantarse las primeras casas, entre ellas la de su madre, Luisa.
Sólo era cuestión de tiempo para que Jaime, junto a su mujer Josefina y sus dos hijas, dejaran el departamento del Palacio Estrugamou (D&D 162) para construir su propia casa e instalarse de manera permanente en El Potrerillo de Larreta, nombre que tomó el Country Club. “Este lote no tiene casas vecinas y está rodeado de espacios públicos, siempre va a ser salvaje”, explica. La casa, de 230 metros, está emplazada paralela a la pendiente discreta del terreno, una circunstancia que habilitó la construcción de un subsuelo con salida a uno de los laterales donde se ubica el “playroom para grandes”, es decir, una sala de cine, pool y cuarto de invitados.
“Tenía ganas de volver a tener un sótano como el de mi primera casa en Palermo” (D&D 102). Llama la atención el color de la fachada, un verde azulado idea de los propietarios: “Nos decidimos por este tono para que la casa se confunda con el paisaje. Y como la base del subsuelo está pintada de negro, de lejos parece flotar”.
Dedicado durante mucho tiempo a comprar departamentos destruidos para refaccionarlos, viajero y observador sagaz, el propietario fue desarrollando la intuición para asociar muebles heredados con piezas encontradas en lugares inesperados, que cobran sentido en territorios con historia.
CREDITOS:
PH: Facundo Basavilbaso.
Producción: Andrea Sanguinetti.
Texto: Marina Aranda.