Arquitectura Edición Nº193
HABÍA UNA VEZ UN BOSQUE
“Nuestra regla de oro es que prime la función antes que la estética, y la funcionalidad fue un aspecto crucial para este cliente”, dice Megan Dabove, interiorista del estudio […]
“Nuestra regla de oro es que prime la función antes que la estética, y la funcionalidad fue un aspecto crucial para este cliente”, dice Megan Dabove, interiorista del estudio MM junto a Mary Verellen, ambas a cargo de este proyecto emplazado en una casa de Pinamar. La vivienda, ubicada en un barrio cerrado a 400 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, es la primera construcción que los clientes encaran desde cero: “Era una idea que tenía el abuelo de la familia y llega como una herencia sentimental”. Ellos tienen 3 hijas: una adolescente, otra en la facultad y una más que vive afuera, por eso era importante que fuese un “punto de encuentro para pasar las vacaciones de verano e invierno, los fines de semana largos y las escapadas durante el año”.
En el living se buscó generar un ambiente espacioso, con un sofá en el que puedan estar cómodos todos los integrantes de la familia para poder ver películas por las noches. “La mesa de comedor interior y la de la galería también son amplias para poder jugar juegos de mesa y hacer comidas con numerosos invitados”. También se crearon dos sectores de lectura en el hall de distribución de los cuartos de la planta alta. “Uno da a la fachada y el otro está en la contra fachada con una espectacular vista al bosque: nosotras lo llamamos el cuadro viviente. Al salir al balcón hay otro espacio con la misma vista donde ubicamos un sillón circular y una mesa de arrime, todos con géneros aptos para exteriores”. En este punto tuvieron un especial cuidado en elegir materiales resistentes para una casa de playa, que no está habitada full time y permanece cerrada por varios meses. “Las obras de arte, por ejemplo, están todas enmarcadas en vidrio, incluidas aquellas que son de cerámica o tejidos”.
La paleta de colores buscó reflejar siempre una consonancia con el mar, sin abusar de este recurso y del azul. “Se eligieron toques de este color que se acompañaron con otros en arena y verdes que enlazan con los pinos del bosque: estos árboles son parte de un área de reserva natural lindera a la casa”. La iluminación se resolvió a partir de incorporar luces de destaque, tenues y dimerizables.
Estudio: MM.
PH: Federico Paul. Estilismo: Luciano Armellino.
Texto: Vivi Vallejos