Arquitectura Decoración Diseño EDICIÓN Nº 197

POSTAL DE MAR

La planta principal de la casa funciona como una vivienda independiente y se eleva unos noventa centímetros sobre el nivel de la calle, que es el punto más […]

La planta principal de la casa funciona como una vivienda independiente y se eleva unos noventa centímetros sobre el nivel de la calle, que es el punto más alto del terreno. Una rampa de hormigón conduce hasta el acceso.

El cielo y el horizonte del mar son los grandes protagonistas del estar, comedor y el dormitorio, que miran hacia la terraza. Enmarcado por una serie de perfiles metálicos que hacen un efecto de cortina, el living reúne un sofá de By Ignacio Ortiz, un banco de Colección Aldacour, dos butacas de Wood Market y una mesa baja de BLVD Furniture. Las mesas de centro son de Compañía Nativa, y la alfombra, de Sentido José Ignacio. Objetos traídos de viajes completan la estética.

Interior de la vivienda y puertas revestidas en madera de kiri (Maderera de las Misiones). En el comedor, mesa de Negro House & Pleasures con sillas Cori, de Landmark, y luminaria colgante, también de Negro. Las vasijas altas son de Compañía Nativa. A la derecha, una barra (con muebles de CYR Equipamientos y mesadas Dekton de Stone Control) limita el espacio de la cocina, que usa artefactos de Samsung, pileta Curve de Johnson y grifería Epuyen de FV. Las persianas americanas son de Hunter Douglas y las luminarias, de Punto Iluminación.

Para maximizar las vistas, esta construcción se eleva sin perder escala ni el contacto con el paisaje. Es que, al encarar su segunda casa de vacaciones en Costa Esmeralda, la pareja dueña de esta propiedad tenía claras sus prioridades. Y el arquitecto Luciano Kruk, que les había diseñado su primera vivienda en el mismo complejo, supo captar sus intereses con un trabajo que apila volúmenes puros y consigue la altura suficiente para balconear sobre la playa.
“Cuando esta pareja, con la que habíamos tenido una muy buena relación, tuvo la posibilidad de comprar otro lote, esta vez frente al mar, me volvieron a llamar. Buscaban una casa con una única planta que se elevara para disfrutar del horizonte”, recuerda Kruk. “Para conseguir esa altura, construimos una plataforma de hormigón teñido de negro, donde se ubican los cuartos de huéspedes, y sobre ella asentamos la estructura metálica y transparente, que se concibió como un departamento independiente y funcional”.

La construcción ocupa una superficie de 210 m2 en un terreno de 900 m2 que desciende hasta la playa, y dialoga con el exterior al tiempo que busca generar el menor impacto posible en el paisaje natural. Es negra por fuera, pero clara y completamente neutra por dentro: para armonizar con los tonos de la arena y del médano, los interiores se revistieron íntegramente en madera natural de kiri.

El diseño respondió a los deseos de los dueños de casa, entre ellos, una pileta que se proyecta hacia el mar y ofrece reparo de los vientos costeros, y un acceso directo a la playa desde el contrafrente mediante una escalinata escultórica.

En el dormitorio principal, cama de Simmons con ropa traída del exterior, cajonera de Wood Market, mesas de luz hechas a medida y veladores de Landmark. El banquito contra la ventana es de Lunativo. La galería tiene pisos Piedrex, de Edfan, y carpinterías metálicas con vidrios oscuros que reflejan el paisaje. El toilette es una solución de espacio y está revestido con madera de kiri: reúne una bacha Sabbia con una grifería monocomando (Hidromet), ambas en blanco.

La pileta lineal, de 2 x 8 metros, se proyecta en dirección al mar y actúa como protección contra los vientos en el sector semicubierto de la planta baja. Tiene la misma estructura de hormigón teñido con un producto de Edfan, y cerámicos negros en el interior. La escalera exterior está revestida con Piedrex hasta la terraza contigua a la pileta y luego continúa en madera. Los camastros son de Mike, y los sillones en la galería, de Talleres Sustentables.