La Creación como Acto de Fe: Lola Mottran

“Crecí en una casa donde la creatividad siempre estuvo a flor de piel. Mi abuela, mis tías, hermanas y primas, todas eran creativas. Mi madre fue la persona que más me ha inspirado y enseñado en la vida. Siempre la encontraba tejiendo, cosiendo, decorando o cocinando. Todo con buen gusto y toque personal. De ella heredé el amor por lo hecho a mano, lo rústico y diferente. Desde temprana edad tuve afinidad con los patrones. Eso me llevó a seguir la carrera más por el lado de las matemáticas y trabajar desde muy joven con los más brillantes economistas de Argentina. Pero mi creatividad se desarrolló recién cuando comencé hace unos años a trabajar en moda, en Sydney. Siempre tuve el gen, pero me llevó mucho tiempo encontrarlo.

Los materiales con los que trabajo son sumamente importantes: fuente de inspiración constante. Crecí entre lanas, hilos y telas y así es que en ellos encuentro mi zona de confort. Solo trabajo con fibras naturales como seda, yute, algodón y lana, y siempre que puedo me vuelco a lo reciclado, ya que es muy importante crear y cuidar de nuestro planeta al mismo tiempo. El feedback a través de Instagram es uno de mis principales motores para seguir creando y creyendo que, en un mundo donde predomina lo automatizado, cada día es más importante volver a lo hecho a mano. Una experiencia personal al respecto fue una vez en que me sentía muy frustrada porque llevaba semanas sin concretar una venta. Recé y pedí una señal para saber si éste era mi camino. Esa misma noche uno de mis tapices más grandes se vendió en Estados Unidos, uno de mis principales mercados. Lo sentí como confirmación interna de que el arte expresa más que un producto terminado. Cada tapiz es único e irrepetible. La mayoría de las veces no entiendo cómo surgió una idea y pude plasmarla entre hilos y lanas. Siempre digo que tejo desde el alma, y cuando conecto íntimamente

con este proceso, los resultados me sorprenden a mí misma”.