Edición Nº190  Empresas 

Tolder: La revolución de los toldos

Norberto Lapajufker y Laura López de la firma Tolder recuerdan los comienzos de esta marca, reconocida en el ámbito profesional por sus toldos, pérgolas inteligentes y outdoors en Argentina. Norberto, […]

Norberto Lapafujker, Fundador de Tolder.

Norberto Lapajufker y Laura López de la firma Tolder recuerdan los comienzos de esta marca, reconocida en el ámbito profesional por sus toldos, pérgolas inteligentes y outdoors en Argentina. Norberto, además de empresario es, sin dudas, un gran narrador. Su historia de vida fascina con sus tempranas aventuras laborales, que también pueden valorarse como una suerte de master en negocios: cada paso lo fue formando como emprendedor.

¿Cuál es el origen de tu apellido?
A mi abuelo le gustaba decir que era de Austria, pero en realidad era polaco. Llegó como casi todos los que escapaban de la guerra. Su primer trabajo fue el de cuentenik, palabra en idish que usaban para referirse a los vendedores ambulantes que vendían casa por casa, a crédito y de palabra. Luego se orientó a los muebles y puso una fábrica de elásticos de cama. Cambiaba el tejido de alambre a resorte, y más tarde, a madera. Con mi padre inventaron una máquina para sacar el tejido. Yo tenía cinco años y ya andaba por el taller. Siempre estuve cerca del aluminio, el hierro, y de esta gente de muchísimo esfuerzo.

Sin perfilería ni marcos verticales, un sistema de hojas plegables se abre y gira 90 grados para acomodarse y crear una visión total en un ambiente de gran altura y excelente aislamiento acústico y térmico.

¿A qué edad comenzaste a trabajar?
En casa había de todo, pero tampoco sobraba. A los 14 años conseguí un trabajo de cadete en Once, y viajaba desde Avellaneda, donde vivía, hasta que alguien me ofreció algo mejor: una carpeta para vender repuestos de auto. Era el tiempo en que los corredores te visitaban. Me recorría todo Hipólito Irigoyen y Pavón. En un negocio me ofrecieron trabajar en el mostrador. Me sentía un héroe. Todo eso me gustaba mucho. A los 16 ya estaba de novio con la que hoy es mi mujer, y mi suegro necesitaba un cadete en su empresa. Es él quien me apoya comercialmente, era un gran empresario. Tenía cincuenta empleados y corredores que viajaban al interior. Vendía artículos para tapiceros, lonas para tolderos, alfombras, revestimientos. De tanto ir a los bancos, a los 18 años me ofrecen trabajar en uno, de una cooperativa. Y por un accidente que tuvo el gerente, quedé a cargo de la sucursal dos años, donde aprendí de todo.

¿Y Tolder?
En 1982 a mi suegro lo visitó gente de Barcelona que hacía unos toldos novedosos, que se desplegaban automáticamente. Él encarga unas muestras que llegan en plena guerra de Malvinas y quedaron en el puerto. Recién en democracia los recuperamos, y los catalanes me invitaron a capacitarme en España. Tenía 22 años y nunca había subido a un avión. Fueron dos meses y el dueño de la empresa me adoptó como su hijo. En la fábrica conocí esos toldos, sus brazos y estructuras, y en un pequeño negocito de Reus, Tarragona, aprendí además a instalarlos. Volví con una idea absolutamente loca, revolucionaria. Los tolderos eran muy tradicionales, con el mismo toldo verde rayado, los alambres y la manija. Mi suegro vendía insumos, pero no fabricaba toldos ni los colocaba. Nadie imaginaba que un toldo podía plegarse con un motor y ocultar sus brazos. La revolución de los toldos en la Argentina la hice yo.
Innovación permanente como marca de una empresa

A lo largo de 40 años de trayectoria, Tolder se renueva cada diez años e incorpora un nuevo producto. Siguieron las cortinas de aluminio, luego persianas, más tarde cerramientos, pérgolas bioclimáticas, y outdoors. Laura López, gerente comercial, agrega un hito importante: el ingreso de la firma en lo que fue Buenos Aires Design. Así comenzamos a formar parte del mundo del diseño. Tolder ya tenía un concepto propio, un estilo contemporáneo, minimalista y clásico, que incorpora siempre la vanguardia en tecnología. Eso significó un paso muy relevante y el comienzo de una nueva etapa.

Con estructura y perfilería de aluminio, y accionamiento es motorizado: sus lamas basculantes se abren y cierran mediante un pistón neumático. Soporta vientos de hasta 100 km por hora.

¿Cómo llevaron la pandemia?
La pandemia fue un récord de ventas para Tolder: el outdoor se pone en valor como espacio de encuentro tanto en barrios cerrados como en el mundo corporativo. Ese crecimiento se acompaña con la incorporación de uno de los productos más novedosos, un techo vidriado que se pliega en silencio de forma automática, para el que recibieron capacitación online. La innovación tecnológica continuó y hoy incorporamos la domótica -automatización y control inteligente de la vivienda-.

¿Cuáles son los próximos proyectos de la marca?
La empresa es partner de Toscana, organización internacional que nuclea empresas del sector. En febrero de 2024 participaremos en la feria de Stuttgart representando por primera vez a Latinoamérica en una exposición internacional de outdoors. Tengo en mente un próximo plan quinquenal, asociándome a otras empresas para poder ofrecer un diseño integral del exterior con pérgola, pileta, paisajismo. Siempre incorporando nuevas formas de comercialización y marketing.

Texto: Pablo Sáez.

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