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Charla UP Nanotectura
Vivir con lo esencial Fotos Cortesía Facultad de Diseño y Comunicación Universidad de Palermo En octubre último, dentro del marco del mes del diseño, Revista D&D convocó a destacados […]
Vivir con lo esencial
Fotos Cortesía Facultad de Diseño y Comunicación Universidad de Palermo
En octubre último, dentro del marco del mes del diseño, Revista D&D convocó a destacados profesionales para charlar sobre la llamada “nanotectura” o arquitectura a pequeña escala. Se trata de una tendencia que en los últimos años volvió con fuerza en todo el mundo y que en el mediano plazo promete impactar en el paisaje local, no en vano la Legislatura porteña acaba de aprobar una reforma del Código de Edificación que permite la construcción de viviendas urbanas de veinte metros cuadrados. El movimiento de las mini casas o tiny houses asoma como una respuesta rápida, económica y sustentable para quienes no cuentan con techo propio, y también para los cultores del vivir con lo esencial. Cuál es el desafío de arquitectos, diseñadores y constructores, y qué impacto tendrán en el ámbito local fueron algunos puntos tratados en el encuentro que contó con el apoyo de la Universidad de Palermo y la presencia de los arquitectos Ignacio Ramos (Estudio Ramos), Gonzalo Couto (BMA, Bodas Miani Anger), Ramiro Zubeldia (Estudio Zubeldía) y Marcelo Nougues (Marcelo Nougues Arquitectos).
Nougues abrió la charla aclarando que el término “nanotectura” remite casi exclusivamente al libro de Rebecca Roke publicado por Editorial Phaidon y no al movimiento en sí, por lo que prefirió hablar de “micro” arquitectura. “En Argentina tenemos el primer ejemplo con la Casa Mínima en San Telmo de apenas 2,50 metros de frente y que data de la segunda década del siglo XIX. Pero también hay que ponerse en el contexto: el Petit Trianon puede ser considerado micro arquitectura si lo comparamos con el Palacio de Versalles. Esta tendencia que llega como novedad no es nueva, de hecho podemos mencionar al iglú, al motorhome o un bote. Es simplemente la idea de vivir en un hábitat reducido teniendo todo lo necesario”.
De acuerdo a Gonzalo Couto, dada la vastedad del territorio nacional el concepto sería beneficioso de aplicarse en todo el país, aunque sea más costoso. En sitios como Vaca Muerta, por ejemplo, podría funcionar siempre y cuando haya una política que acompañe. “Recién ahora el nuevo código permite construir viviendas de entre 18 y 20 metros cuadrados, que el mercado tendrían un costo de alrededor de sesenta mil dólares. Sin embargo es una normativa que puede generar mucho trabajo y, si bien lo considero algo temporal, parece ideal para estudiantes. En el mundo el problema de la superficie disponible es un gran tema, por eso está tan implementado en países pequeños como Japón” agregó Zubeldia. “Yo entendía que la reducción del espacio se daba por una situación particular como podían ser las vacaciones, sin embargo los tiempos cambiaron” expresó Nougues.“Lo temporal pasó a ser permanente. Ya no es tan fácil acceder a la vivienda propia, y no se cuenta con la ayuda externa de un padre o abuelo. Por otro lado, los factores sociales están cambiando. Una persona de 60 años está perfectamente activa y los ambientes grandes ya no son tan atractivos como antes”. Zubeldia aseguró que en 18 metros cuadrados se puede generar habitabilidad, el punto es que se necesita espacio de extensión, y es ahí donde la ciudad juega un papel importante.
Uno de los máximos exponentes de la nanotectura son las Nakagin Capsule Towers diseñadas en 1972 por Kisho Kurokawa, que aparecen con una lógica de estructura fija que va evolucionando con el tiempo y según las necesidades. Flexibles y conectadas entre sí, el núcleo estable suele ser la cocina y baño, el resto es movimiento. Cajones, ruedas, todo vale al momento de sacarle provecho al metro cuadrado, además al ser tan pequeñas generan comunidad. Para el arquitecto, el antecedente local de ese modelo que ahora se multiplica en los países desarrollados y que llaman co-living podría ser el conventillo, donde vivían varias familias en habitaciones individuales pero compartiendo sectores comunes. “Tenemos que empezar a pensar en la escala, en qué es esencial a la hora de habitar, y cómo lo hacemos. Como arquitectos debemos pensar si somos los que proponemos o si es la sociedad que lo está pidiendo, si somos agentes de cambio o un servicio disponible para atender la crisis que se viene. Hoy existen edificios que tienen todo adentro, minimizando traslados y todo tipo de recursos. Desde lo psicológico es el no estar solo, pero cuando vemos el costo de las tarifas empieza a tener más sentido el espacio reducido. Japón es un país increíblemente austero, necesitan poco espacio y poco para vivir, un rasgo cultural que está representado también en su arquitectura. Pero acá somos distintos” opina Ignacio Ramos. “La abundancia que hubo en la Argentina modificó las costumbres, pero hoy la realidad es otra y debemos adaptarnos. Acá es normal tener ambientes chicos con aire acondicionado, pero en Italia hay palacios que no los tiene. Tenemos que cambiar esa percepción y captar que el contexto es otro, y ser responsables a la hora de crear. Por ejemplo, está comprobado que en una obra tradicional hay 30% de pérdida de materiales, lo que es preocupante desde el punto de vista económico y de medio ambiente. Necesitamos aplicar nuevas tecnologías que generen un menor desperdicio, un gran desafío para la creatividad”. A propósito de eso, Zubeldia recordó que las impresoras 3D se proyectan como el material más novedoso, generando viviendas con un tiempo de obra récord.
“En un viaje recientemente a Milán tuve la oportunidad de ver unos modelos de madera que ocupaban 20 m² y se armaban en 45 minutos, en cualquier lado. El tema está en achicarnos y complementarlo con otro uso, creo que la nanotectura va para ese lado. Estamos haciendo un proyecto en Puerto Madero cuya superficie es enorme pero se va a poder dividir en módulos para que cada uno mute en algo diferente, sea un gimnasio, una oficina etc. El enorme desafío es darles luz y ventilación a cada uno sin desperdiciar recursos, porque el gran reto como arquitectos es buscar herramientas que no dañen el medio ambiente. Poder ser puede, es sólo cuestión de investigarlo mejor” sostuvo Couto.
Dada la magnitud del territorio local, cuesta pensar en espacios reducidos para vivir, dijo Nougues, para quien el cambio comenzó con la Gran Depresión, y luego con la Segunda Guerra Mundial. El desafío de la pequeña escala incluye al interiorismo, un concepto que antes el arquitecto no tenía en cuenta, pero que hoy es inevitable, en especial porque en la microarquitectura todo debe estar detallado. Para finalizar, aseguró que a los grandes espacios ya no los quiere nadie, son difíciles de mantener y dejaron de ser útiles.