Decoración
El imperio del silencio
TEXTO DÉBORA CAMPOS FOTOS ARQ. DANIELA MAC ADDEN. Ningún ruido. El más absoluto silencio. “Me gusta la introspección y, sobre todo, soñar nuevos proyectos” dice el artista y escultor Marcelo […]
TEXTO DÉBORA CAMPOS
FOTOS ARQ. DANIELA MAC ADDEN.
Ningún ruido. El más absoluto silencio. “Me gusta la introspección y, sobre todo, soñar nuevos proyectos” dice el artista y escultor Marcelo Toledo, a punto de viajar a Nueva York para presentar su nuevo libro en el MoMA. “Mi casa se acomoda en el vértice de dos calles arboladas que siempre me gustaron pero jamas pensé que terminaría viviendo aquí” cuenta sobre su casa en Palermo. El lugar se cruzó por casualidad: era un proyecto y sus características no se adaptaban a lo que él buscaba. Pero tiempo después, esos dos polos se acercaron: “me ofrecieron reformarlo. Yo estaba buscando paz, un lugar tranquilo, una especie de bálsamo en medio del caos urbano”.
Toledo nació en Escobar. Es uno de los artistas jóvenes más prestigiosos de la Argentina y con mayor proyección internacional. Sus trabajos fueron elogiados y elegidos por reyes, príncipes, presidentes y celebridades de todo el mundo. La lista incluye el Papa, el príncipe Carlos y la reina Elizabeth II de Inglaterra, los reyes de Holanda Guillermo y Máxima, toda la corona española, el rey de Marruecos, también actores y cantantes de la talla de Madonna, Robbie Williams, Michael Douglas, Robert De Niro, Antonio Banderas y presidentes como Bill Clinton, George Bush, Barack Obama y todos los latinoamericanos.
“Mi departamento parece una casa. Lo que más me interesó fue su amplia terraza y sobre todo que no tenía vecinos”. En esa planta adaptada imprimió su sello: “Fui ambientando cada espacio con mis cosas, con mis objetos queridos, mis cristales, mis libros de arte. Además al viajar tanto voy comprando piezas y acá pude organizarlos para disfrutarlos”. Algo parecido le sucede un poco más al sur de la ciudad. “Mi taller queda en San Telmo y a solo dos cuadras de mi galería, frente a Plaza Dorrego. Eso me da la posibilidad de ir y venir todo el tiempo cuando hay algún cliente esperándome. Es un lugar mágico: cuando se entra solo se ven ramas verdes que cuelgan o una puerta muy pequeña. Pero adentro hay un espacio de 15 metros por 15, todo blanco, de 10 metros de altura y eso me da mucha libertad para hacer grandes estructuras”. Mientras en esa caja gigantesca esperan las piezas de tres muestras terminadas y a punto de ser exhibidas, Toledo recupera un momento de serenidad y silencio para seguir creando.
El living es un espacio de mucha actividad: “En general paso muchas horas del día en los sillones leyendo, escribiendo y pensando. Diseñé las mesas ratonas y las llené con cristales de Murano y libros”, apunta. La obra sobre la pared es de Fernanda Lavera y la escultura de bronce se titula Mujer Nido.
Davida, de Ernesto Arellano, una escultura de más de dos metros realizada en cerámica. “Es muy colorida y da la bienvenida al entrar” explica Toledo. Más allá, una escultura de Kosice y la obra Colombo de Nora Iniesta. “Y mirándonos tenemos a mi perro Preto, un scotish de lo más cariñoso”.
El escritorio funciona como “la sucursal palermitana de mi taller de San Telmo”. Allí se encuentran fragmentos, pequeñas obras, texturas, lápices, pruebas que realiza en escala pequeña y todo lo necesario para trabajar. Impera el blanco con una sola nota de color: la Tolomeo verde. En el dormitorio, una improvisada Tulip funciona como mesa de luz y sobre la cama, la obra La mujer maravilla.
“El taller es mi lugar, donde me siento como en casa”, cuenta rodeado por piezas de un reciente proyecto sobre violencia de género. Un mueble guarda la colección de cristales de Murano. La última obra para la exposición inaugurada en octubre en el Museo Estévez de Rosario: Che Guevara Made in China – La construcción del mito.