Arquitectura Edición Nº 201 Inspiraciones
UN FARO LA ILUMINA
En un entorno privilegiado —entre el Faro de Punta del Este y el puerto —, el chalet Itaparica conservaba el encanto de su arquitectura tradicional. Y precisamente ese carácter […]
En un entorno privilegiado —entre el Faro de Punta del Este y el puerto —, el chalet Itaparica conservaba el encanto de su arquitectura tradicional. Y precisamente ese carácter fue la premisa central del proyecto: preservar su esencia y actualizarla desde una mirada contemporánea.
De la estructura original solo se mantuvieron el techo y algunos muros. El interior fue completamente renovado, con una apertura hacia el exterior mediante nuevas carpinterías que integran la luz y el paisaje. Un nuevo volumen nexo articula el dormitorio principal con el antiguo garage, ahora sumado al conjunto. Concebido como vestidor y lavatorio, este espacio funciona además como conector funcional y visual, permitiendo una circulación fluida y continua entre los sectores privados y el resto de la casa.

La monocromía blanca, tanto en el interior como en el exterior, unifica los volúmenes y potencia la sensación de amplitud. La casa se concibe como una caja luminosa donde la colección de arte de los propietarios cobra protagonismo. La iluminación produce un efecto de techo flotante y logra que cada cuadro se destaque con luz puntual. El sistema automatizado Lutron permite crear distintas escenas que acompañan el paso del día y las variaciones de la atmósfera costera.

La pileta, elevada y conectada visualmente con el dormitorio, se orienta hacia el horizonte y genera una sensación de infinito; un mural cromático la acompaña y refuerza la energía del lugar. La escalera, un capricho del cliente, de trazo curvo y presencia escultórica, conduce al estudio del propietario, desde donde las vistas al faro y al puerto son únicas.
El principal desafío fue incorporar la naturaleza y la luz al interior de una estructura tradicional. El resultado es una casa que respeta su espíritu original, pero se transforma en una arquitectura actual en diálogo con el paisaje.

En la sala conviven comedor y living. Las icónicas mesa y sillas Tulip de Eero Saarinen (Mad for Modern, Punta del Este) acompañan a la lámpara Spoke de Foscarini (Trío Iluminación, Punta del Este).

La escalera de acero corten fue trabajada como un objeto escultórico diseñado por el estudio. El chalet, en su forma original y con sus tejas, fue preservado; su carpintería es de PVC Rehau (Window & Floor, Punta del Este).

El volumen nexo, que conecta el cuerpo central con el dormitorio, se trabajó con la piedra original y el sello del estudio: el círculo en acero corten.

Vista desde el volumen exterior hacia el chalet, donde la escalera se recorta sobre el blanco de la fachada.

Un living pensado para disfrutar el arte: la garganta perimetral que despega el techo, la pendiente que barre la luz y la iluminación puntual sobre las obras. En la pared central se destaca una obra de Ernesto Deira, acompañada por otras de Raquel Forner y Remo Bianchedi (Galería Jacques Martínez, Argentina).
Mesas redondas (Trading Post/Aaron Hojman), sillones Pianca modelo Peonia (Tilo, Montevideo), chaise longue Rex y lámpara (Aaron Hojman). El piso es de Apavisa (Tilo, Montevideo).

En el toilette, se retomaron los tonos originales del chalet. Los azulejos (Bosh) forman un dibujo y la lámpara Ritual de Foscarini (Trío Iluminación, Punta del Este) completa la escena. La mesada de cuarcita verde (Marmolería Abbate) aporta frescura y carácter.
El ojo circular en acero corten, sello del estudio, moderniza el espacio sobre la pared de piedra restaurada.
El Chalet Itaparica se asienta sobre un lote de 800 m² con orientación hacia las puestas del sol y convive con el resto de las construcciones fundacionales de la Península. El proyecto cumple exactamente con lo que los clientes pedían: un chalet íntimo de un dormitorio, más un espacio independiente para invitados con cocina propia.

Una obra de tonos intensos del artista Ramiro Oller (Galería Jacques Martínez) preside la entrada al espacio principal y da la bienvenida a los visitantes. La pared —antes inexistente— organiza el área y, del otro lado, alberga la inmensa TV del living Bang & Olufsen.


La cocina de estilo minimalista está separada del comedor, aunque ambos se espían sin invadirse a través de puertas corredizas horizontales (Veneta Cucine, Tilo, Montevideo). Electrodomésticos Franke y lámpara Ambrosía de Flos. En el espacio incorporado a la cocina, obra de Marina Fages (La Galerilla, Pueblo Garzón).

En este dormitorio, totalmente integrado al jardín, cama (Pianca), lámpara Tolomeo de brazo corto (Artemide), piso de madera FB Hout Holland (Tilo, Montevideo). La pileta flotante, inexistente en el chalet original, ahora se extiende sobre el jardín y une interior y exterior en una sinergia perfecta.

Dos elementos dominan el baño: la bañera Duravit y la grifería Metropol Hansgrohe (Bosh). Bachas Duravit, espejos redondos y mesada de Italmeco (Tilo, Montevideo). Lámpara de La Galerilla, Pueblo Garzón, y banqueta Aaron Hojman.
En el hall de entrada, doce cabezas del artista argentino-español Luis Seoane. Las lámparas de cerámica que enmarcan e iluminan las obras son creación de la dueña de casa. La piedra original del chalet se mantiene como protagonista del espacio.

Esta área, independiente del resto de la casa, contiene el mini departamento de invitados. La mesa diseñada por Warren Platner en 1966 (Mad for Modern, La Barra, Punta del Este) dialoga con las sillas Toledo de Jorge Pensi. El volumen circular, que no existía en la construcción original, alberga la sala de máquinas.

La pileta elevada de borde infinito recorre todo su perímetro y se retroalimenta al caer en la canaleta inferior. El mural es del artista callejero Marco Heis referente del Street Art.

La arquitecta Gabriela Barrionuevo dirige su estudio y un equipo que ha ganado numerosos premios en Argentina y en el exterior. En Uruguay, trabaja junto a Nexo Construcciones, liderada por Rodolfo Azconegui.
Arquitectura: Gabriela Barrionuevo. Barrionuevo arquitectas
Fotografía: Daniela Mac Adden
Texto: Ana Costa Méndez

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