Arquitectura
Una cúpula que recuperó su esplendor
La historia comienza con la propietaria actual, canadiense residente en Nueva York, que se enamoró de Buenos Aires y decidió dividir su tiempo entre ambas ciudades. Buscando un pied-à-terre en […]
La historia comienza con la propietaria actual, canadiense residente en Nueva York, que se enamoró de Buenos Aires y decidió dividir su tiempo entre ambas ciudades. Buscando un pied-à-terre en la ciudad, a través de sus consultas en La Gran Manzana, le recomendaron contactar al arquitecto Ricardo Schulz para realizar el proyecto y la obra a la distancia. En el estudio Schulz Schulz Arquitectos, que este año celebra sus 25 años, son especialistas en arquitectura hotelera y por su expertise en renovaciones interiores resultó ser el indicado para el desafío que ella tenía.
“La propiedad resultó ser el departamento en el último piso del edificio de La Inmobiliaria, construido por el arquitecto italiano Luigi Broggi. Se trata de la esquina con cúpula y toda la torre enfrentada al Palacio Barolo. El proceso de compra, que involucró a dos extranjeros, hizo que todo fuera más complejo y prolongado”, recuerda el arquitecto. Durante ese tiempo, él y la propietaria planificaron detalladamente el proyecto, alineándose en una visión minimalista y contemporánea, caracterizada por un diseño blanco y puro.
Inicialmente hubo muchas dudas acerca del inmueble, debido a la decadencia. El edifico era oscuro y avejentado. Mientras espera una renovación acorde a su valor. Intervenciones intermitentes apenas evitan que caiga en la ruina. “Tuvimos el privilegio de rehabilitar este último piso que se desarrolla en vertical con un total de siete niveles, todos de escasos metros cuadrados, donde distribuimos el programa acorde a la periodicidad de uso”, revela Schulz entusiasmado al recordar los comienzos de la obra.
El resultado final fue una transformación donde la atmósfera oscura se volvió luz pálida y captura la atención de quién la visita. La luz ingresa, las vistas se expanden, el lugar cambió de cerrado a abierto, el terracota pasó a blanco, las cortinas a paneles de vidrio opal.
La cocina es protagonista por su isla de roca geométrica blanca. Se destaca la salamandra al lado del comedor, para dar paso hacia la suite principal. Todos los espacios de uso diario están en este primer nivel. El recorrido se completa con el dormitorio de huéspedes en el nivel 2, el spa en el nivel 3 y el mirador de 6 metros de altura con vista 360 a la ciudad como antesala de la cúpula que funciona como cava de vinos.
Desde la cúpula inicia la subida a la linterna, donde salvando el vértigo se disfruta de las mágicas vistas del congreso y la ciudad.
Subiendo a la terraza se descubre la torre y la cúpula roja, desde la pérgola se ven innumerables esculturas y la presencia inesperada del Palacio Barolo que recoge en muchas ocasiones la sombra de esta obra dibujándola sobre sus fachadas.
“Este proyecto fue una experiencia llena de desafíos, destaco la importancia de la perseverancia en el detalle del trabajo arquitectónico. La intervención en esta obra emblemática, concebida originalmente para la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, permitió recuperar su magia y aportar un nuevo valor a la estructura existente. Este proyecto es una de las renovaciones interiores más significativas del estudio”, concluyó el arquitecto Ricardo Schulz.
Texto: Jimena Sampataro.
Créditos jefe de proyecto Arq. Sasha Schiavi.
Fotos: Chino Herrero y Ricardo Schulz.