Arquitectura 

Un chalet con vista al Obelisco.

El “Chalet de la 9 de Julio”, como popularmente se lo conocía, fue declarado patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires en 2014. Mito porteño algo olvidado, su construcción […]

El “Chalet de la 9 de Julio”, como popularmente se lo conocía, fue declarado patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires en 2014. Mito porteño algo olvidado, su construcción condensa como metáfora arquitectónica el ascenso social de nuestra clase media en un tiempo en que la Argentina derrochaba bienestar.

A metros de la 9 de Julio el caminante atento puede sorprenderse al mirar hacia arriba y ver un chalet sobre una terraza en lo alto de un edificio de casi cien años. En otros tiempos su popularidad estaba asegurada: era “el chalecito de Muebles Díaz” y quedaba en el décimo piso de un enorme showroom –el más grande de Latinoamérica– donde los porteños acudían en masa a elegir muebles de todo tipo que podían comprar con créditos a sola firma. En el primer piso se exhibían habitaciones de niñas; en el segundo, las de niños; y en el tercero, las matrimoniales. En otros niveles se podían encontrar mobiliarios para casas de campo y también para oficinas. Además, funcionaba allí una radio, llamada LOK Radio Mueblería Díaz, que luego daría origen a Radio Rivadavia. Esta emisora ostentaba su antena en la cumbre de la edificación.

Hacer la América en Buenos Aires

“Con una mano atrás y otra adelante”, así llegó Rafael Díaz a los 14 años junto con su madre de Sevilla a fines del siglo XIX, siempre cuenta Diego Sethson, su bisnieto. Rafael comenzó a trabajar en comercio de telas y llegó, en unos doce años, a ser gerente de importantes casas del ramo. Entonces decidió dedicarse a la venta de muebles y abrió su propio emprendimiento, Muebles Díaz, en un edificio de cinco pisos en la actual calle Sarmiento –entonces Cuyo–, al 1155, en San Nicolás, el barrio de las mueblerías. Le fue tan bien que, en 1926, decidió construir un edificio de nueve pisos en la misma calle, pero al 1113/17.

 

Un chalet para dormir la siesta

Rafael vivía con su familia en Banfield y el viaje le llevaba en esa época varias horas, por lo que decidió construir un chalet en la azotea para almorzar y dormir la siesta cerca de su oficina y aprovechar para estar con sus hijos varios días a la semana, con quienes compartía las tareas de la escuela. Amante de Mar del Plata, se inspiró en una construcción de esa ciudad que le gustaba mucho para realizar la casa que se concluyó en 1927. Gran intuitivo del marketing, aprovechó la fama que tuvo su idea e instaló un cartel publicitario de Mueblería Díaz que fue imagen icónica de muchas fotografías de la época. Su fortuna fue enorme e invirtió en cines, teatros y campos. También fue proverbial su generosidad: ayudó a comerciantes del interior a crear sus propias mueblerías con mercadería en consignación. Muebles Díaz equipó durante años hogares de nuestra nación que, como describió el historiador Félix Luna, en su expansión económica de los años 40 “era una fiesta”.

 

El chalet por dentro

Orientado hacia la calle Sarmiento –aunque es mejor observado desde la avenida 9 de julio–, con techo de tejas francesas, a dos aguas, de estilo normando, el chalet cuenta con doscientos metros cuadrados en dos pisos, con cinco habitaciones, un altillo y una terraza. Los pisos son de pinotea y conserva todavía las aberturas y escaleras originales. También objetos de la vida cotidiana de su dueño como mesas o aparadores de la firma, arañas de principios del siglo XX y pisos de cerámica en el primer piso y en el altillo.

El ascensor del edificio puede subir a los primeros nueve pisos, y con una escalera se asciende al décimo. Rafael vio desde allí la construcción del Obelisco en 1936, y el ensanchamiento de la 9 de Julio. Desde sus amplias ventanas una vista panorámica a los cuatro puntos cardinales se pueden contemplar el río, el Congreso de la Nación, el Palacio Barolo, entre tantos otras arquitecturas porteñas.

Rafael falleció en el año 1968 y la mueblería cerró en 1985. En la década del 70, sus herederos decidieron poner en alquiler los pisos del edificio y el chalet fue estudio de un fotógrafo y también comedor de las oficinas. Durante mucho tiempo estuvo cerrado y en 2021 abrió sus puertas brevemente al público. No pudo progresar un interesante proyecto que planeaba convertirlo en un polo gastronómico y cultural. Tras la pandemia de Covid 19 más de la mitad de sus oficinas quedaron vacías. De todas maneras, sus actuales dueños –entre ellos Diego Sethson, quien representa a la mayoría de los accionistas– estudian el mejor destino para el edificio y el famoso chalecito en las alturas.

 

 

Texto: Pablo Sáez

SUSCRÍBASE A D&D

Por solo $46000 anuales reciba la revista D&D en su domicilio y obtenga la tarjeta de beneficios exclusivos Club D&D.

SUSCRÍBASE A NUESTRO NEWSLETTER