Arte EDICIÓN Nº 197
POR EL ALTIPLANO ANDINO
DIARIO DE UN VIAJE PARA INGRESAR EN LO MÁS PROFUNDO DE LAS ALTURAS POTOSÍ La travesía partió desde Tilcara, con destino al Salar de Uyuni y luego a […]
DIARIO DE UN VIAJE PARA INGRESAR EN LO MÁS PROFUNDO DE LAS ALTURAS
POTOSÍ
La travesía partió desde Tilcara, con destino al Salar de Uyuni y luego a la Villa Imperial de Potosí, que alcanza los 4090 metros en la base del Cerro Rico, el centro de la mayor riqueza de plata durante el Virreinato del Alto Perú. Es uno de los puntos clave para apreciar el barroco mestizo, que fue la fusión de elementos de la cultura indígena con el estilo imperante en Europa.
Se caracteriza por las figuras con formas recargadas, con movimiento, ritmo y exceso. Un detalle destacado son las columnas salomónicas, cuya parte superior está adornada con representaciones de indígenas y ángeles.
La Iglesia de San Lorenzo, la Torre de La Compañía de Jesús, la Iglesia de San Francisco, la Casa Nacional de Moneda y el Convento de Santa Teresa son algunos de los tantos exponentes indispensables para explorar en esta ciudad.
CUSCO
Cuando nos aproximamos a Cusco, entre montañas, valles y una naturaleza exuberantemente verde, sentimos cómo retrocedemos en el tiempo, entre los caseríos y las prendas típicamente folk del lugar.
El Cusco es el mejor ejemplo para admirar el sincretismo religioso, donde el arte fue uno de los factores más valiosos para la evangelización de la época colonial.
La Plaza de Armas es el punto de encuentro para conocer, entre sus múltiples edificios, lo mejor del arte de la Escuela Cusqueña, como La Catedral y la Iglesia de La Merced. Este movimiento barroco andino se centró en la arquitectura de iglesias, realizadas por artistas mestizos e indígenas, que reflejan la cosmovisión de la región. El sol, la luna, la serpiente y el puma: esta fue la conjunción de los temas religiosos de los pasajes bíblicos con las costumbres y los mitos de la tradición de Los Andes.
AREQUIPA
Es la joya del sur de los Andes peruanos, más conocida como la “ciudad blanca”, porque sus construcciones se realizaron en sillar: una piedra volcánica local de textura blanda y ligera.
El barroco tuvo una vigencia de 150 años, y su periodo de más relevancia fue entre 1680 y 1780. A esta ciudad la recrearon con lo aprendido en las construcciones españolas, aportándole los elementos de la zona.
Sus principales características son las formas ornamentales planas, que imitan la composición de los textiles, y la inclusión de la iconografía andina, que le otorga identidad.
La Catedral de Arequipa, el Palacio Arzobispal, el Monasterio de Santa Catalina y la Biblioteca Mario Vargas Llosa son algunos de los lugares que hay que conocer.
COPACABANA (BOLIVIA) Y SAN PEDRO DE ATACAMA (CHILE)
Estas dos ciudades representan un contrapunto único: una se desarrolla a orillas del Lago Titicaca, en el Altiplano, mientras que la otra se encuentra en plena Puna chilena, en uno de los lugares más áridos del planeta.
La Basílica de Nuestra Señora de Copacabana, construida en 1550, es un edificio de arquitectura morisca y de estilo originariamente renacentista. Esta Virgen es venerada por los bolivianos, en parte por sus rasgos indígenas.
Ya de regreso, la última parada de la travesía es San Pedro de Atacama, donde el adobe y el barro alcanzan su máxima expresión como componentes constructivos fundamentales. Estas técnicas resignifican un proceso de edificación ancestral, utilizando recursos naturales para integrar con armonía la intervención humana en el paisaje. Además, reinterpretan el concepto de lujo a través de materiales nobles de la naturaleza.
Esta ciudad alberga hoteles slow, donde la armonía y el relax inmerso en el paisaje son la prioridad.
POR JOSÉ LUIS OTIÑANO