Diseño
Los primos sean unidos
Números Primos
Francisco Mira y Miguel Echeverría estudiaron la carrera de Diseño Industrial en la UBA en tiempos distintos y, aunque son primos, recién hace unos veranos se hicieron amigos. Decidieron aprovechar esas coincidencias y fundar un proyecto que acaba de estrenar su primera colección profesional, una serie de muebles de líneas austeras que exploran el lenguaje y la técnica de la herrería. Tuvieron varios talleres hasta que con la ayuda de una tía se mudaron a una casona del Tigre. Hoy trabajan en San Fernando, en un espacio cómodo y suficiente para desplegar sus herramientas, porque es de los pocos estudios que además de diseñar, fabrica. Al equipo se sumó luego Pedro Percivaldi. “Números Primos nace ante la necesidad de un lugar donde experimentar con materiales y procesos, a medida que iban surgiendo inquietudes impulsadas por las maquetas y prototipos que hacíamos para la facultad. En cuanto empezamos con las primeras pruebas en resina y fibra de vidrio, vimos que nos faltaba un taller” recuerda Miguel. “El primero funcionó en un cuarto en el fondo de la casa de Pancho, donde pusimos un banco de carpintero, serrucho, amoladora y taladro. A medida que aprendíamos a hacer cosas nuevas, y que nos interesaban, o creíamos que nos interesaría aprender, fuimos comprando herramientas. Los primeros “proyectos” fueron en madera, hasta que se nos cruzó la herrería (de la mano de un amigo que nos enseñó a soldar) y de ahí en adelante se transformó en el principal soporte”.
¿Cuál es la filosofía del proyecto y a quién está dirigido el producto?
Creo que sigue siendo la búsqueda de ese momento de fascinación que produce encontrar la forma de hacer algo, o una nueva forma de hacer eso mismo. Es lo que nos conectó inconscientemente en un principio, que se traduce en la búsqueda profesional y que se ve reflejada en los productos. Todos tienen versiones previas, y muchas instancias de prueba y error. Esta búsqueda también está relacionada con nuestro deseo de lograr objetos accesibles. Para ello es fundamental bajar los costos, y una de las mejores formas es optimizando la producción al máximo. Creo que logramos piezas muy versátiles, de fácil apropiación. Si bien podría decirse que está orientado a un público que se identifica con el mobiliario moderno/contemporáneo, los elementos de la colección pueden convivir con otros estilos. No diría que están orientados a un público por su estilo, sino más bien por su personalidad.
¿Por qué se inclinaron por el diseño de muebles?
Fue una decisión inconsciente, orgánica. Creo que a medida que uno empieza a consumir diseño hay objetos y diseñadores que se transforman en referencias obligadas, y en nuestro caso, el mobiliario siempre fue fuente de admiración. Esa afición nos llevó a que las primeras pruebas en el taller fueran con ese tipo de productos, y al mismo tiempo fueron los primeros pedidos con los que experimentamos. Siempre hubo algún familiar que necesitaba una mesa, una silla, un banco…
Pareciera que la identidad pasa por el material, el color y la geometría..
Creo que se basa en el diálogo entre ellos. Si bien formalmente son elementos muy sencillos, casi geométricos, pusimos especial atención a la forma de trabajar el acero para lograr detalles personales. A esto se le suma una paleta de color que neutraliza o exalta los elementos, pudiendo hacerlo actores secundarios en un ambiente o transformarlos en el centro de atención.
¿Fue difícil elegir los colores, teniendo en cuenta que a veces al usuario le cuesta combinarlos?
Tratamos de encontrar una paleta armónica, capaz de ofrecer colores neutros y estridentes. Buscamos bastante hasta encontrar lo que queríamos, para poder utilizar los catálogos de pintura existentes. Esto era una premisa importante para estandarizar los productos y acotar el margen de error en las terminaciones.
¿Cuál de los productos implicó mayor destreza técnica, me refiero al trabajo con el material?
La silla PLY, porque requiere muchos recursos productivos para resolver detalles ergonómicos y estéticos. Desde la geometría espacial de la estructura hasta el tapizado, tuvimos que trabajar para simplificar la producción y el ensamble. Hicimos muchas pruebas hasta lograr que las partes que provienen de diferentes proveedores pudieran vincularse de forma armónica. Fue uno de los productos que más cambió desde su primer prototipo hasta el modelo final.
¿Qué rasgos definen a los muebles del siglo XXI?
Creo que es difícil definir los muebles del siglo XXI, sobre todo si los comparamos con los del siglo XX. Nos da la sensación que a diferencia de otras épocas, donde se veían corrientes estéticas asociadas a la arquitectura y el arte, hoy el mobiliario es una especialidad con carácter propio y que genera sus tendencias, por lo que se ve un volumen de producción grande y diverso. Además, el auge del diseñador/fabricante hace que las propuestas se materialicen más rápido y con gran alcance. Si tuviéramos que arriesgarnos en una descripción, diríamos que es una disciplina de expresión cada vez más personal y cambiante, en la que el acceso a los medios de producción y a la comunicación le brindan a los diseñadores la oportunidad de reinventarse constantemente.
Por Marina Gambier