CARTOGRAFÍAS Edición N° 196
CON EL RÍO DE FONDO
Megan Dabove fundó MM, su estudio de diseño de interiores, junto a Mary Verellen en 2014. Se habían conocido en las aulas de la Facultad de Diseño de la […]
Megan Dabove fundó MM, su estudio de diseño de interiores, junto a Mary Verellen en 2014. Se habían conocido en las aulas de la Facultad de Diseño de la Universidad de Palermo, mientras Dabove estudiaba. Ella era una de esas alumnas que se destacan por sus notas y aprovechan al máximo la instancia de aprendizaje.
Cuando se inscribió en la materia que dictaba el maestro del diseño argentino Alfred Fellinger —de la que Verellen era su asistente de cátedra—, había decidido que ese momento iba a ser determinante para su carrera futura. “Me senté todas las clases en la primera fila, quería que me viera y me escuchara, aprender de quien fue un profesional muy destacado”. Apenas terminó de cursar, le envió su currículum sin dudarlo. Poco después, se unió al estudio de Fellinger, quien fue su primer y único jefe y le contagió la pasión por el diseño.
Cuando Fellinger murió, fue Verellen quien le propuso asociarse en un nuevo proyecto. “Nos entendimos de entrada, somos amigas más que socias”. Compartir, diseñar y disfrutar fueron las tres palabras mágicas que iniciaron el recorrido. Como un mantra, “compartir, diseñar y disfrutar” daban nombre a lo que ambas querían poner en práctica con la actividad que eligen cada día. “Es lo que hacemos en todas nuestras obras”, dice.
1. Río San Antonio y vinculación, San Fernando. “En 1965, mis abuelos empezaron a construir un barco de madera en la parte trasera del galpón de su agencia de autos. Ahí se concretó la pasión que la familia tenía por el río, y mi papá, con 7 años, vivió todo ese proceso de construcción al salir del colegio durante dos años. Desde esa edad, siempre tuvo alguna embarcación: hoy tiene una lancha. Desde que tengo memoria, todos los fines de semana, hasta mi adolescencia, los pasé en el río: en las marinas, donde tomaba clases de deportes acuáticos, nadaba, invitaba a mis amigas del colegio, y tenía mis propios ‘amigos del río’. Además, mi hermano es ingeniero naval. Y la frutilla del postre: mi nombre, en realidad, ¡es Marina!”
¿Un spot para almorzar? Atelier.
2. Punta Mogotes. “Mis abuelos maternos tenían una casa de veraneo en Mar del Plata. La pensaron para que tuvieran espacio sus tres hijas, y después también entrábamos sus nietos (apretados pero con amor). Todos los veranos los pasábamos con mis primos, yendo y viniendo desde la casa, que está a cinco cuadras, hasta el balneario 6 del ACA. Podíamos ir y venir solos entre nosotros, así que siempre tuvimos mucha libertad”.
3. Santa Catalina de Siena. “Un monasterio de 1745 en pleno microcentro que fue nuestra primera sede del estudio y tendrá un lugar en nuestro corazón por siempre. Con Mary Verellen, mi socia en Estudio MM, nos ocupábamos de la dirección de obra de mantenimiento de las tareas que estaban bajo nuestro radar de conocimiento. A cambio, teníamos una oficina dentro de los espacios de coworking. Tenemos los mejores recuerdos de esa época, compartiendo el espacio con otras empresas jóvenes, almuerzos y descansos, y haciendo sinergia laboral”.
4. Campo de Mayo. “Siempre tuve pasión por los animales. Hace cuatro años, a mis 30, me auto-regalé clases de equitación. Y no me pude bajar más. Hoy voy todos los días 7:30 a.m a visitar, mimar y montar a Caudillo, mi caballo alazán ruano que vive allá. Tenemos un grupo muy lindo liderado por mis dos profesores, y junto a mis compañeras y sus caballos, somos una familia”.
5. Hermanos. “Me encanta la gastronomía. Siempre busco en Instagram las nuevas aperturas para ir a probar qué está pasando en Buenos Aires. Pero no hay nada como los simples clásicos que nunca fallan. Hermanos, la parrilla de los Petersen que está en mi barrio, me da plena vista al Hipódromo de San Isidro y tiene en su menú todo lo indispensable. Lomo, fritas y flan con dulce de leche. Además, es pet friendly y puedo entrar con Roma, mi boston terrier de 10 años. Aunque lo más lindo es estar afuera, al sol”.
Texto: Vivi Vallejos