Decoración
Al final del camino
Un gran galpón de chapa de cien metros cuadrados que rescata la presencia de los antiguos graneros.
A la casa La Violeta, en el corazón de la llanura pampeana y a cien kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, se llega de a poco. El arquitecto Alejandro Goldstein y el diseñador y médico Fabián Zitta construyeron un recorrido singular para acceder a la propiedad. “A medida que uno se acerca por el camino del club, se puede ver asomando entre el monte natural el volumen más alto y clásico de la casa. La parquización se diseñó para ir ocultando parcialmente esa figura que se revela, recién, al alcanzar la tranquera”, apuntan.
Son días intensos para ambos. Goldstein corre de obra en obra y Zitta no tiene un minuto entre sus dos universos: el de la medicina (es anestesiólogo graduado por la Universidad de Buenos Aires) y el de la moda (es diseñador y dueno de una marca de ropa junto a su marido Charly Fonseca). De alguna manera, esta chacra reúne esas pasiones cruzadas que fueron enlazándose con los años: desde la primera escenografía para un desfile hasta el local sobre la avenida Quintana, y esta propiedad.
“En cada una de esas obras buscamos un punto de encuentro para que el planteo espacial arquitectónico garantizara el marco para que Fabián desplegara su impronta en el interiorismo”, apunta el arquitecto. “En el caso de Lobos, todo comenzó como un encargo puntual que, con el tiempo, fue transformándose en una vivienda casi permanente que resultó teniendo más del doble de metros, más habitaciones y un enorme living para disfrutar con amigos”.
Lo que no cambió fue el germen de este lugar: una casa clásica, de estilo. “Es un gran galpón de chapa de cien metros cuadrados que rescata la presencia de los antiguos graneros. De este modo, esos tres cuerpos distintos se cosen en un gran hall neutro que se proyecta visual y espacialmente a través de un recorrido por la galería y avanza más allá del terreno”.
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