Edición Nº 192 

Recuerdos de un pasado glorioso

Durante 1929, España, que estaba inmersa en serios problemas políticos y sociales, inauguró en ambos extremos de la Península dos memorables exposiciones internacionales. Por un lado, en Cataluña, sobre el […]

Durante 1929, España, que estaba inmersa en serios problemas políticos y sociales, inauguró en ambos extremos de la Península dos memorables exposiciones internacionales.

Por un lado, en Cataluña, sobre el Mediterráneo, la Exposición International de Barcelona será siempre recordada por su deslumbrante implantación en la montaña de Montjuic. La pieza de resistencia de la muestra fue sin dudas el Pabellón Alemán diseñado por Ludwig Mies van der Rohe. En Andalucía también se desarrolló otra feria que, si bien no dejó ningún paradigma de la modernidad, fue altamente promocionada y visitada. La Exposición Iberoamericana de Sevilla fue inaugurada el 9 de mayo de 1929 y clausurada prácticamente un año después. La Argentina no estuvo presente en la exposición de Barcelona, pero si tuvo una destacada participación en la muestra sevillana.

Nuestro país aportó al memorable evento cuatro pabellones; uno permanente y otros tres más pequeños que fueron demolidos luego de la clausura. El arquitecto seleccionado por el gobierno de Marcelo T. de Alvear fue Martín Noel. Formado en L´Ecole Special d´Architecture de París en 1910, su obra temprana se remite principalmente al estilo académico y presentaba una fuerte impronta francesa.

A su regreso al país, luego de varios viajes recorriendo las distintas regiones españolas, Noel se incorpora al movimiento del Nacionalismo Neocolonial liderado por Manuel Gálvez y Ricardo Rojas, ambos fuertes impulsores de la corriente indianista americana.

El pabellón argentino en la Exposición de Sevilla se ubica en un terreno de 40.000 m2 llamado el “Naranjal de Bella Flor”. El edificio está compuesto por un cuerpo central de dos plantas, un gran patio y dos alas laterales que se acoplan como capillas barrocas añadidas y la superficie total cubierta es de 4500 m2. Su costo fue de 1.500.000 de pesetas de la época. Sobre la fachada principal Noel incorporó un gran retablo neobarroco que enmarca el acceso.

En la planta baja se ubicó una nutrida biblioteca con 5500 volúmenes de autores iberos americanos publicados en Argentina. Dentro de las atracciones expuestas para la ocasión se exhibió una copia de la declaración del día de la Raza como Fiesta Nacional Argentina, fecha patria decretada por Irigoyen en 1917. La fachada posterior, orientada hacia la dársena del Guadalquivir, presenta una torre que sobresale del conjunto inspirada en las construcciones peruanas de Arequipa. En su interior se destacan los lienzos del pintor Gustavo Bacarisos y del ceramista Montalván. También se lucen obras de Alfredo Guido, Rodolfo Franco y Alfredo Gramajo Gutiérrez. En 1935 el pabellón argentino pasó al estado español.

 

Años más tarde, en 1957, pasó a ser el Instituto Murillo y a partir de 1994 es sede de la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza. Al caminar por los jardines del Parque María Luisa se percibe la grata sensación de atravesar una parte de la historia sevillana. El pabellón Argentino, otrora orgullo de la histórica feria, se alza aún altivo emergiendo de los frondosos árboles del bucólico paseo.

 

Crédito:
Arq. Marcelo Nougues

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