Arquitectura 

Profeta en su tierra

Intuitivo, extremadamente curioso y gran observador, no es extraño que Julio Oropel se muestre interesado en imaginar cómo los cambios de costumbres influirán en la manera de pensar los espacios […]

Intuitivo, extremadamente curioso y gran observador, no es extraño que Julio Oropel se muestre interesado en imaginar cómo los cambios de costumbres influirán en la manera de pensar los espacios que habitamos. Hace tiempo que el arquitecto cordobés pronostica que las personas trabajarán cada vez más desde sus casas y que, en consecuencia, la arquitectura deberá resolver necesidades, incluir texturas que aporten calidez ante el avance de la tecnología e integrarse a la naturaleza. Lo que no imaginaba Oropel era que una pandemia iba a acelerar el proceso y que el proyecto que diseñó para un matrimonio joven con dos hijos en 2019 se convertiría en el refugio ideal para transcurrir puertas adentro. “La casa está en un terreno sobre una callecita cortada divina y sin asfaltar en Olivos, parece un lugar de veraneo. Es contemporánea y funcional. La estructura es de hormigón, un material duro e interesante, pero los postigos de madera la ablandan y se pueden correr totalmente para integrar el jardín y tener continuidad a la pileta”. Adentro, “el gran núcleo escultórico que une los tres pisos y el subsuelo es la escalera de chapa en su color natural, tan pesada que debimos alzarla con una grúa”, misión ejecutada por Julián Carluccio, el arquitecto constructor del proyecto. El interiorismo fue un trabajo conjunto con José Luis Zacarías Otiñano, con muebles diseñados por Jader Almeida, de Sollos, firma de vanguardia con sede en San Pablo, Brasil y que en Argentina representa en exclusiva la firma Solsken; piezas de Azcue y Federico Churba, y una variedad de alfombras que aportan textura a los ambientes.

En el living, los postigos de lapacho se corren por completo. Alfombra vintage, una importante pieza de colección de la década de 1980 original de Alberto Churba que Julio encontró en un anticuario. Almohadones de denim belga bordados con técnica japonesa, mesas de Azcue y lámparas de pie AJ de Arne Jacobsen.

 

Los casi 700 metros se distribuyen a lo largo de un subsuelo y tres plantas; la última, al ser más chica, no se advierte desde la calle: “parecen dos niveles. No queríamos que la construcción le quitara sol al jardín”.

“Hoy el lujo es tener tu casa con las cosas que querés, sin decorar demasiado, vivir experiencias diferentes, juntarte con gente interesante y ejercer un consumo responsable” dice Julio, arquitecto, interiorista, escultor, matemático, docente y visionario. 

En el subsuelo, sala, bodega y área de servicio. La pared está revestida en madera laqueada y dos antiguas Kilims turcas dan carácter. Poltronas, sillón y perchero de Sollos. Sobre una de las mesas, instalación de Julio Oropel. Izq.: mesa escultura en corcho, de Jader Almeida para Sollos.

Nota completa disponible en la edición #179.

Arq. Julio Oropel y José Luis Zacarías Otiñano

Fotos: Arq. Daniela Mac Adden

Texto: Marina Aranda 

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