Edición Nº 200 Entrevistas Retrato
LA BELLEZA DE LO TRANSITORIO
IRINA KHATSERNOVA Un diálogo con la interiorista y artista floral que une lo efímero con la huella eterna. Entre avenas silvestres y lilas que perfuman el aire, Irina Khatsernova recibe […]
IRINA KHATSERNOVA
Un diálogo con la interiorista y artista floral que une lo efímero con la huella eterna.
Entre avenas silvestres y lilas que perfuman el aire, Irina Khatsernova recibe a D&D en Segunda Casa, el espacio donde materializa su visión artística. Nacida en Moscú, con un recorrido que la llevó desde Nueva York hasta Buenos Aires, encontró en el arte floral una nueva forma de habitar el espacio y pensar la decoración contemporánea.
Su historia es la de una búsqueda constante que comenzó cuando estudiaba Física en Rusia. A los 20 años, emigró a Estados Unidos, donde enfrentó una vida de inmigrante muy dura y trabajó en diversas ocupaciones para subsistir mientras estudiaba. “Llegué con muy poco inglés y muchas ganas de reinventarme”, recuerda. El cambio hacia el diseño no fue casual: “Al principio había estudiado diseño gráfico, pero después me di cuenta de que no me gustaba estar tanto frente a la pantalla, quería algo más táctil, más 3D.”

La elección del prestigioso Fashion Institute of Technology, en Nueva York, marcó un punto de inflexión. Allí no solo perfeccionó su técnica, sino que desarrolló esa mirada integral que caracteriza su labor actual. “Aprendés que cada detalle cuenta, que no hay espacios neutros y todo comunica algo.”
Su crecimiento profesional fue vertiginoso: trabajó en el aclamado estudio de diseño de interiores Stephen Hills, Tihany Design y también en Yabu Pushelberg. “Era una época de mucha adrenalina, de proyectos con presupuestos enormes y deadlines imposibles, pero también de un perfeccionismo que a veces me paralizaba.”


A diferencia de aquel rigor, ahora disfruta del proceso que vive mientras crea sus arreglos florales, en sintonía y en diálogo con lo que sucede: “Aprendí a convivir con la imperfección, me costó mucho este factor al ser diseñadora de interiores. Cuando trabajás en un espacio, querés perfección, como cuando trabajaba en Nueva York desarrollando el prototipo de una silla. Detrás del producto hay todo un recorrido, pero con las flores no existe nada de eso.»


LA FILOSOFÍA DEL MOMENTO PRESENTE
Para Khatsernova, la belleza reside en lo transitorio, en esa fugacidad que, paradójicamente, le da valor a cada instante. “Lo efímero deja huella”, afirma con una convicción que nace de años de experiencia. No se refiere solo a marcas físicas, sino a las memorias y sensaciones que perduran en quienes experimentan sus creaciones. Esta dualidad es el motor de su obra actual.

Por un lado, abraza la impermanencia y declara su amor por la espera de una flor como la magnolia, con la certeza de que su esplendor durará apenas unos días. “Es casi una tortura que disfruto, porque me permite valorar la nostalgia que sigue a la belleza que se desvanece.” Sin embargo, esa misma sensación la impulsa a capturar la esencia de esos instantes efímeros. “Es como conectarme de alguna manera con el mundo, con el cliente, con el ambiente y dejar alguna huella emocional o de memoria. Registrar algo increíble, fotográfico, que atrape la luz sobre la flor de ese momento único.”
Su formación en interiorismo se traduce en una comprensión profunda del entorno como elemento narrativo. “Cualquier cosa es un diálogo entre el espacio y la instalación o la persona que lo habita”, explica. Es precisamente por esto que se ha convertido en una defensora de integrar la naturaleza en el interiorismo contemporáneo, observando cómo con frecuencia se descuida la selección de elementos florales en espacios cuidadosamente diseñados.

HERENCIA CULTURAL Y TIEMPO SUSPENDIDO
La artista encuentra una profunda resonancia en la cultura rusa de la cual proviene, especialmente en esa nostalgia melancólica que impregna el arte de su tierra natal. Esta herencia se filtra en cada creación, donde se siente inspirada por directores de cine como Andrei Tarkovsky, quien imaginaba la naturaleza como una fuente onírica, un refugio que abraza. “Crecí con esa sensibilidad hacia la belleza trágica, hacia la importancia del sufrimiento como parte de la experiencia estética.”

También la atrae la intensidad de ciertas músicas, que la transportan a ese estado de “tiempo suspendido” que busca recrear en sus instalaciones. “Adiós Nonino” de Astor Piazzolla es una de esas piezas que la conectan con esa emoción primaria. “Hay algo en esa melodía que captura perfectamente lo que intento hacer: honrar aquello que se está yendo, pero celebrarlo al mismo tiempo.”
Es precisamente ese tiempo suspendido entre lo real y lo onírico el que experimenta mientras trabaja. Describe el proceso creativo como la mejor parte de sus proyectos: un momento en el que se permite estirar y disfrutar cada instante, no por lentitud, sino para prolongar la alegría fugaz de la creación.
Su método creativo está lejos de ser espontáneo. Antes de seleccionar una sola flor, elabora collages, dibujos y moodboards que funcionan como mapas de ruta emocional. “Pienso en la composición, en los colores, en la idea general que quiero transmitir. Este trabajo previo es mi ritual, el orden dentro de mi aparente caos creativo.”

EL FUTURO SON LAS EXPERIENCIAS
Hacia adelante, Irina sueña con crear un universo 360°, que trascienda las fronteras tradicionales entre disciplinas. Su visión va más allá del servicio floral tradicional: se propone crear experiencias integrales donde su impronta se manifieste en instalaciones, eventos y todo lo que forme parte de su universo creativo.
El evento Golden Hour fue su primera “mini prueba de universo”, donde diseñó de manera integral desde la decoración floral hasta la selección musical, pasando por la propuesta gastronómica y la iluminación.

“Fue un momento donde todo fluyó, donde cada elemento conversaba con los demás para generar algo más grande que la suma de las partes.”

Entre sus próximos proyectos destaca la creación de experiencias inmersivas en la naturaleza en Bellatrix, un centro de arte en el campo bonaerense. Serán encuentros más orgánicos y espontáneos que sus clases habituales en el estudio, donde buscará conectar a las personas con el entorno natural de manera profunda y creativa.
Irina nos invita a observar la belleza en su ciclo completo, desde el brote hasta el desvanecimiento, recordándonos que incluso lo más fugaz puede dejar una huella imborrable.
Instagram: @irina.khatsernova
Texto: Eliana Giudiche – @eliletgiudiche

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