Diseño 

El arte por asalto

Diseñadora y artista plástica, creadora de Mano Armada Con una marca propia, Mano Armada, que nació como un modo de canalizar su creatividad en tiempos de encierro, Francesca Molinari Cattarossi […]

Diseñadora y artista plástica, creadora de Mano Armada

Con una marca propia, Mano Armada, que nació como un modo de canalizar su creatividad en tiempos de encierro, Francesca Molinari Cattarossi encontró un camino para que su obra se impusiera con la fuerza del mérito en la escena artística y decorativa. “Cuando comenzó la pandemia tuve una necesidad de reinventarme”, dice esta joven que hoy, a los 26 años, es una sólida diseñadora todoterreno y artista plástica. “Estaba encerrada, no podía conseguir materiales ni tener un espacio para pintar, entonces decidí unir lo que estaba estudiando del diseño gráfico con el arte que tanto me gusta y empezar a crear en el plano digital. Mano Armada empezó siendo un registro de mi arte, un Instagram que me había hecho para tener constancia de que todos los días estaba haciendo algo”. Así recuerda los inicios de su sello, que tuvo tan buena recepción que empezó a viralizarse. Se ve que la gente, que se vio obligada a habitar sus espacios, lo necesitaba tanto como ella, porque los encargos no tardaron en comenzar amontonarse en el inbox. Y de ahí, a que llegara a convertirse en un imán para interioristas y arquitectos que buscan sus obras para completar sus proyectos, no pasó mucho tiempo.
“Soy diseñadora general. Me recibí en 2021 en la Universidad de San Andrés. Estudié una carrera que abarca todos los ámbitos de la disciplina, pero siempre me incliné hacia el diseño gráfico. En paralelo, estudié Humanidades, pero desde muy chica estuve involucrada con el arte de una manera más pictórica”, explica Francesca, quien ya desde el secundario venía realizando cursos en ciudades como Londres, Berlín o Madrid, en instituciones como el London Institute of Photography, Central Saint Martins o el Berlin Art Institute, donde realizó una residencia de dos meses.
En ese bagaje se entiende el scrolling por el Instagram de Mano Armada, que traza una línea temporal entre los inicios más figurativos en el dibujo y la pintura, realizados en óleos o carbonillas, y sus obras más abstractas y conceptuales de arte digital. En estas últimas, las formas más simples adquieren un dinamismo hipnótico. Basta ver esa secuencia de óvalos que se desparrama por el plano para componer lo que se percibe como un aleteo de mariposa. O el círculo caprichoso que, en un fluir constante, encuentra la manera de convertirse en un cuadrado. Esta joven encontró en el arte digital un lenguaje propio y esa ilusión de movimiento es una de sus señas particulares.


¿Por qué Mano Armada? “El nombre empezó cuando estaba en el colegio e hice el IB (N. de la R: un programa de artes visuales que alienta a los alumnos a desafiar sus límites creativos). Había que trabajar a partir de una palabra disparadora, que en este caso era sinécdoque, la parte por el todo. Me puse a buscar qué parte de mí me representaba, y encontré que mis manos son las que dan vida a todo lo que más me estimula, como la pintura o la música. Entonces hice una obra en la que mis manos, sobre un fondo negro, tocan el acorde Fa Menor, también en referencia a mi nombre. De ahí viene lo de la mano, y la famosa frase ‘robo a mano armada’ terminó de completar el concepto. Mi mano es mi herramienta, mi fuerza, es mi potencia”, resume el origen de su marca que, en diciembre del año pasado, salió del ámbito virtual para firmar su primera exhibición exclusiva en Uruguay. “Me invitaron a exponer en Black Gallery, una galería en Pueblo Garzón con un paisaje alucinante. Las dueñas, Mercedes y Patti, me dieron mucha libertad para elegir qué obras colgar. Podía elegir la pintura tradicional, figurativa y literal, o los prints, muy gráficos y abstractos, pero decidí mezclar las dos cosas. Terminé haciendo una serie de pinturas abstractas y gestuales en acrílico, tintas y grafito, pero con un trazo muy humano que eliminaba la presencia de la máquina. Aun así, sin perder el uso de la repetición y de la trastocación de las formas que encontré en lo digital. Me encontré mucho en ese proceso”.

Radicada en Buenos Aires desde hace unos meses, luego de pasar los últimos tres años en Berlín, Francesca prepara una nueva exposición, esta vez colectiva, para este verano en Black Gallery. Además, continúa trabajando como diseñadora gráfica freelance, componiendo la estética de firmas locales —“acabo de terminar un proyecto para la marca de ropa Patagonia, que abrió su primera tienda en el sur”—, pero también de Estados Unidos, Alemania, España y Países Bajos.

 

@manoarmada

 

Texto: Marina Denoy

 

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