EDICIÓN Nº 197 

DETRÁS DE LA CÁMARA

Nora Lezano es la creadora de algunos de los retratos más importantes del rock nacional, desde Charly García hasta Gustavo Cerati y Fito Páez, nadie puede resistirse a posar frente […]

Nora Lezano es la creadora de algunos de los retratos más importantes del rock nacional, desde Charly García hasta Gustavo Cerati y Fito Páez, nadie puede resistirse a posar frente a su cámara. Su estilo, caracterizado por la intensidad y la crudeza de sus imágenes, marcó la historia de la fotografía musical en Argentina. Sin embargo, en los últimos años, Lezano expandió su trabajo más allá del rock, explorando nuevas formas de expresión visual. En 2024, presentó Desinventario, una obra en la que combinó fotografía, video y performance para reflexionar sobre su identidad artística. También llevó su muestra Fan, que este año cumple 10 años de gira por Argentina, al Espacio Contemporáneo de Arte en Mendoza, donde exhibió más de 150 imágenes que capturan la esencia del rock argentino.
Con una trayectoria que abarca más de tres décadas, Lezano sigue siendo una de las fotógrafas más influyentes de la escena cultural argentina, transformando cada imagen en un testimonio visual de la música y el arte. ¿Su último proyecto? Como madrina de la Fundación Viva la Vida, convocó a la artista plástica Renata Schussheim para crear el Calendario Solidario 2025, una iniciativa que promueve la adopción de animales rescatados a través de fotografías de perros en busca de un hogar. Desde mayo de 2024, estas imágenes también adornan taxis de la Ciudad de Buenos Aires: cada auto exhibe un código QR que le permite a los pasajeros conocer más sobre las mascotas en adopción y sobre las artistas involucradas en el proyecto.

 

Annie Leibovitz. “Inmensa retratista y referente absoluto desde el primer momento. Me identifico profundamente con su trabajo, en especial por su habilidad para capturar la intimidad, el dramatismo, la osadía o la vulnerabilidad de sus retratados, en su mayoría celebridades. Su mirada no se limita a la superficie: sabe escuchar la ola oculta en cada uno de ellos y despojar sus rostros hasta revelar ese punto invisible, un lugar que no es el alma, pero que nadie más puede ver ni conocer. Ahí, yo, como observadora, me siento desarmada”.

La música. “Para aliviar el peso del mundo, hay que sacudirse. Me gusta reunirme con amigos, cantar, bailar y dejar que la alegría entre en el corazón. Patti Smith es mi musa total: canta, escribe, recita poemas. Su voz me atraviesa. Una vez dijo: «Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos». Así me enamoró, y siguió cantando. Charly García, mi ‘muso’ absoluto, un día me confesó: «Vos me inspirás». Uno de los halagos más importantes de mi vida. Saber que nuestra inspiración era recíproca lo hizo aún más trascendental”.

El silencio. “El silencio no fue creado por el hombre. De hecho, bien podría ser Dios. La ausencia se le parece: mientras la ausencia es pasado y futuro, el silencio es un presente inmóvil, aunque en constante movimiento. En él encuentro vacío y plenitud, ideas, calma, saciedad, sabiduría. Es una fuente inagotable de energía y sensibilidad. El silencio me llena de gratitud por lo que ya es: por este instante, este cuerpo, la sombra de cada noche, el amor que siento por mi perra, por la naturaleza y por algunas fotografías. En el silencio me descubro, me transformo, me retrato. Es un espacio donde puedo ser sin límites, crear un mundo dentro de otro, dentro de este”.

Los libros. “En los libros me encuentro con lo que fue, lo que es, lo que será o quizás nunca suceda. Antonin Artaud es un eco permanente: su obra es humo que sacude ideas y exalta un amor tan feroz como desgarrador por la vida. Me enseñó que lo real es el enemigo de los colores, de la noche, del arrebato creador, de la gula, del amor exasperante, de la ironía sin objeto”.

Los pájaros. “Mi fascinación por los pájaros viene desde la infancia. Creo en su sentido del humor. Me gusta acurrucarme a observar cómo construyen sus casas, cómo se cuidan entre sí, cómo caminan entre las ramas. Un pájaro solo se acerca si confía en el aura de quien lo llama. Come, mueve el pico como una ofrenda. Para ellos, las luces de los aviones podrían ser una discoteca. Bailan y cantan, para sí mismos y para nosotros, para que el mundo, por un instante, hable el mismo idioma”.

Texto: Jimena Sampataro.

 

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