Arquitectura 

Recordando a Clorindo Testa “ Los artistas son como los chicos, dibujan siempre”

Sentado frente a un enorme escritorio de su estudio, el sexto piso de un edificio sobre la calle Santa Fe, Clorindo Testa no se desprende del lápiz con el que […]

Sentado frente a un enorme escritorio de su estudio, el sexto piso de un edificio sobre la calle Santa Fe, Clorindo Testa no se desprende del lápiz con el que traza croquis y esquemas.

Arquitecto y artista plástico, con numerosos premios internacionales, cultor de los movimientos de vanguardia en ambas disciplinas, sorprende la humildad con que se expresa. Nacido en Nápoles en 1923, vive en la Argentina desde los 3 meses. Intenta estudios de ingeniería hasta que ingresa en la facultad de arquitectura, donde obtiene premios desde su época de estudiante. Un año después de recibido, en 1948, viaja con una beca a Europa y se queda dos años recorriendo Italia, Francia, y España. Es entonces cuando realiza sus primeros dibujos, apuntes de los paisajes y ciudades que visita. Expone desde 1952. Comienza con la figuración para volcarse más tarde a las formas abstractas. Quien no conozca su extensa obra pictórica, seguramente habrá recorrido o visto algunas de sus obras de arquitectura: El Banco de Londres, El Centro Cívico de Santa Rosa en La Pampa, La Nueva Biblioteca Nacional, El Paseo del Pilar, La remodelación del centro Cultural Recoleta. Conversamos con Clorindo Testa, entre otros temas, sobre Buenos Aires, ciudad y espacio donde vive su obra.

¿ Por qué parece tan caótica la ciudad de Buenos Aires?

Es caótica y no tanto. Como es España, todas las ciudades de América tiene un origen cuadriculado. Debían tener una plaza en el centro y de ellas salir calles en las cuatro direcciones, de manera tal que pudieran crecer en orden. Dentro de estas manzanas sí, el caos es enorme. La sensación del caos la dan las medianeras en construcciones altas y bajas, hechas todas en el mismo ancho. La ciudad colonial estaba planeada para casas de planta baja y a lo sumo primer piso. Ahora hay casas de planta baja al lado de un edificio de quince o cincuenta pisos. Además, como en todas las ciudades del mundo, el tránsito ha aumentado muchísimo. Hace 50 años las calles de Roma estaban casi desiertas, había muy pocos autos. Buenos Aires era igual. Cuando yo era chico, vivía en la calle Montevideo entre Córdoba y Paraguay, y jugábamos a acertar la marca de auto que iba a pasar.

¿Y los estilos?

Los estilos se van sucediendo. Es natural y es necesario; es como un chico que va creciendo. Podríamos decir que en cada manzana hay chicos, jóvenes y viejos. Algunos mueren y nacen chicos nuevos. Creo que esta ciudad se ha renovado ya cuatro veces.

¿No es una lesión en la memoria de la gente semejante desapego por su vieja arquitectura?

Hay calles que he recorrido desde chico. Yo caminaba por Paraguay a los seis años para ir a cortarme el pelo. Pero el recuerdo que tengo de ella es el de ahora. Cuando uno ve una foto vieja de la ciudad dice: “ Mirá que raro, que distinto era”. Creo que la memoria de la gente y de las ciudades se va actualizando, siempre está en el momento que vivimos. Diría que la nostalgia no existe, o tal vez exista cuando uno ya es muy viejo y vuelve a recordar la infancia.

Se dice que vivimos una nueva Edad Media…

Es posible, la Edad Media respetaba poco lo anterior. Era el momento. Un edificio romano no les significaba nada, construían encima. En el Renacimiento ocurría lo mismo: estaban convencidos de lo que hacían. Entonces sacaban las piedras y los mármoles de las antiguas construcciones para hacer otra cosa. Por el 1800, cuando los Ingleses van a luchar por la independencia griega, comienza esa valorización de las ruinas griegas y romanas y la idea de que era necesario conservarlas. Ahora también existe un movimiento que dice que hay que conservar las cosas. Pero no sé hasta cuándo va a durar y si este quedarse con lo viejo es un símbolo de la propia impotencia.

¿Nuestra arquitectura tiene identidad propia?

Toda arquitectura americana de los siglos XVII y XVIII es una arquitectura barroca transplantada. Los arquitectos italianos, alemanes y franceses que trabajaron aquí, construían como en Europa, pero siempre algo cambiaba. Las iglesias de las misiones jesuíticas son iglesias barrocas italianas, españolas o austríacas, pero la decoración es completamente distinta. Utilizan tallas más primitivas y flores autóctonas. La arquitectura de Buenos Aires es una arquitectura italianizante del fines del 1800: La Av de Mayo, el Congreso, la Casa de Gobierno. Pero en Italia no hay edificios así, son distintos. En cada arquitectura se reconoce su nacionalidad.

El Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires en la Recoleta presenta una combinación de estilos arquitectónicos muy diferentes entre sí. ¿ Con qué criterio fue remodelado?

Con la idea de que no se puede hacer falsificación histórica. No se puede reconstruir una iglesia colonial como la que teníamos, no tiene ningún sentido. Las iglesias coloniales de Buenos Aires están reconstruidas. Las fachadas no son las originales. En la Recoleta trabajamos manteniendo lo que pudimos mantener, no cambiamos la bóveda : pero con los pisos, podríamos haber desenterrado los ladrillos coloniales que estaban debajo de los nuevos y agregar los ladrillos que faltaban haciéndolos parecer viejos . Pero ¿con qué sentido?

Antes era un convento, ahora es un centro cultural. Todo es distinto. ¿Por qué cree que el hombre común se siente tan incómodo frente a una obra plástica de vanguardia?

Por falta de información. La educación enseña, por ejemplo, que en pintura los más grandes son Miguel Ángel y Rafael: y en música Mozart, Beethoven, Debussy. Lo que es vanguardia en ciencia la gente lo acepta, no tiene ninguna apreciación estética que hacer. Pero el gran público no comprende muchas cosas del arte porque no conoce sus mecanismos. Hoy, un medio como la televisión podría ayudar a difundirlo, pero no lo hace. El arte nunca empeora ni mejora, es así desde la época de las cavernas. Hay dibujos de bisontes que son fantásticos, otros no tanto. Lo mismo pasa con la pintura contemporánea. Para comprender el arte hay que estar al tanto y aceptar lo nuevo sin prejuicios.

Texto: Pablo Sáez (1996).

Foto: Daniela Mac Adden.

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