Edición Nº 192 Empresas
Calello: noventa años de prestigio
Apenas diecisiete años tenía Miguel cuando en 1926 partió de Spilinga, su pueblo en Calabria. Lo esperaba José, su hermano mayor, que estaba en Argentina. Sabían de estas tierras por […]
Apenas diecisiete años tenía Miguel cuando en 1926 partió de Spilinga, su pueblo en Calabria. Lo esperaba José, su hermano mayor, que estaba en Argentina. Sabían de estas tierras por su padre que, como tantos, había sido trabajador golondrina en nuestro país. Buenos Aires era una ciudad sorprendente, en pleno crecimiento: había agua corriente, cloacas, gas natural, subterráneos, educación pública, mucha oferta de trabajo, y una moneda muy fuerte en el mundo.
Aquí descubrieron como albañiles la importancia del mármol en las obras, y comenzaron a aprender el oficio de marmoleros en varios talleres. En plena crisis de 1930 apostaron a formarse técnicamente en dibujo, para ganar en velocidad y precisión. Se capacitaron en cursos en Unione e Benevolenza, sociedad de la colectividad italiana. A la hora del almuerzo alquilaban máquinas para ahorrar con trabajos extras. Así llegaron en 1933 a tener un taller propio de marmolería en Parque Patricios. Años más tarde, en 1948, se expandieron a uno más amplio en Mataderos. Calello nunca dejó de crecer, incorporando mano de obra calificada -casi toda italiana y española-, nuevas máquinas y técnicas.
En la década de 1960 se incorpora Luis, hijo de Miguel, quien junto con su hermano Norberto, continuaron el legado familiar. “Nuestra profesión está ligada a la naturaleza, desde la cantera para extraer la piedra hasta cubrir las necesidades del cliente” reflexiona Luis Calello, hoy presidente de la firma. “Tenemos dos grandes éxitos: en primer lugar, nunca tuvimos miedo ni a las distancias, ni a las máquinas nuevas. Si había que viajar a Asunción (Embajada Argentina, 1972) a hacer un trabajo, íbamos; si había que usar una contorneadora – pocos la tienen- aprendíamos a hacerlo.
En segundo lugar, en nuestra familia, todas las nuevas generaciones continuaron en la empresa; y ya tienen más de treinta años de experiencia porque comenzaron a trabajar muy jóvenes…”, agrega Luis orgulloso. “Tuve mucha suerte y también cometí errores que alimentan el crecimiento. Siempre nos propusimos hacer cosas nuevas, mi padre y mi tío me alentaron, y todo el personal que se fue incorporando, aportando enorme idoneidad. Estos noventa años son el inicio de una etapa joven. Nuestra idiosincrasia es el aprendizaje permanente, diario, ya sea de clientes, arquitectos, ingenieros y colegas. Siempre se aprende y además se debe transmitir a los chicos que incorporamos”, afirma Luis.
Tres generaciones
“Nuestra historia no es muy diferente a la de otras familias de inmigrantes que progresaron. Este era un país muy adelantado para su tiempo, y nuestro sector fue evolucionando positivamente. Se trabajaba a mano, con una tecnología que hoy avanza: un bloque de granito puede cortarse en seis horas, mientras que antes tardaban cuarenta y cinco días” explica Luis Miguel, hijo de Luis, encargado de la administración y del comercio exterior. Desde los dieciocho años viaja por el mundo haciendo compras de material y maquinarias. Recorrió toda Italia, Europa, Latinoamérica y
Oriente para cumplir pedidos de todo tipo. Nicolás, su hermano, licenciado en administración, se ocupa del área de clientes, contrataciones y aspectos económicos y financieros de toda la empresa. Ana Inés, prima, hija de Norberto, arquitecta, lleva adelante todo lo relacionado con las obras.
Luis Miguel explica que la industria del mármol y el granito en Argentina fue una de las más importantes de Latinoamérica. Acompañó la construcción de todos los grandes edificios de principios de siglo XIX, y en Buenos Aires, todos los adoquines y cordones de las veredas son obras del sector. Una revisión incompleta de obras en las que ha participado Calello Hnos. incluye: Puerto Madero, Aeroparque, Ezeiza, Aeropuertos de Córdoba y de Jujuy, Park Hyatt, Four Seasons, CCK, el Malba, el Museo de Arte Moderno; Martín Coronado, Barrio Parque y la Torcaza (Flia. Blaquier), además de pedidos privados y para el exterior. A fines de la década de 1990 crearon una planta industrial en Lanús de 8000m2, donde desarrollan todas las tareas de la industria: aserradero de granito, marmolería, depósitos. El proceso productivo hoy día es completo e independiente por contar con canteras en todo el país. En 2010 se inaugura un showroom en Pilar, provincia de Buenos Aires, donde también funciona el taller del escultor Jorge Gamarra.
“Siempre hemos estado conectados con el arte. Recibíamos a una gran cantidad de escultores que nos pedían bloques de mármol para sus obras. El nivel de nuestra clientela y tantos viajes también nos puso en contacto con el arte. Y de hecho fuimos mecenas de grandes artistas en todos estos años”, recuerda Luis Miguel. Y termina citando a su padre, hoy al frente de tareas en la producción: “Si le preguntas por su mayor orgullo no te va a hablar de una obra -aunque las tiene-, pero lo que realmente destaca es que en estos noventa años nunca tuvimos un cheque rechazado. Es decir,
nunca faltamos a la palabra”.
Texto: Pablo Sáez.
PH: Ramiro Iotti