Empresas 

Fontenla: Tres generaciones y un gran proyecto

Una empresa familiar que nació desde un pequeño emprendimiento comercial y hoy es firma de diseño, decoración y lifestyle en la que trabajan más de 350 personas. En Fontenla se […]

Federico, Roberto y Fernando Fontenla.

Una empresa familiar que nació desde un pequeño emprendimiento comercial y hoy es firma de diseño, decoración y lifestyle en la que trabajan más de 350 personas. En Fontenla se unen la excelencia artesanal con las últimas innovaciones tecnológicas. 

“Mi padre tenía una casa de venta de muebles, y era muy buen comerciante. Tuvo una gran virtud: me dejó hacer” recuerda Roberto Fontenla. Durante la escuela secundaria asistió a un taller para aprender ebanistería. Ya maestro mayor de obras, estudió decoración de interiores y luego, junto a un ex-capataz alemán de la legendaria Nordiska, creó su primer taller con cuatro empelados para fabricar sus primeros muebles. “Más adelante nos mudamos a Mataderos, y ya eran treinta empleados. Compramos un galpón para acopiar y secar madera. Crecimos y pusimos talleres propios de lustrado y tapicería. Pasamos a un edificio de cinco pisos en la avenida San Juan, con tapicería y exposición”, resume. Llegado el momento, decidió agrupar sus fuerzas en un solo lugar. Hoy, Fontenla cuenta con más de 12.000 metros cuadrados totales dedicados al desarrollo industrial, un modelo único en Sudamérica por integrar todos los procesos productivos.  

Fontenla también es referencia en el ámbito del patrimonio histórico. A comienzos de la democracia renueva el Palacio San Martín y, más tarde, recupera todo el equipamiento del Teatro Colón, verdaderas proezas de gestión y trabajos muy específicos. Recientemente recibieron un encargo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días: “Me dijeron que los muebles tienen que ser celestiales. Esa frase me gustó mucho”. 

Vista de la fábrica de Fontenla.

A los ocho años Fernando Fontenla ya iba a la primera fábrica de su padre en La Paternal. Tenía muchos recovecos y el aserrín se acumulaba contra las paredes. “Durante el secundario, en verano era ir a la colonia o a la fábrica. A mí me gustaba aprender todo: tapicería, lustrado y hacer el reparto de pedidos, recuerda el hijo mayor de Roberto, hoy responsable de todo el proceso productivo.   

Nueva colección Curba que combina distintas materialidades como el ébano de paraíso y el nogal americano con líneas orgánicas y rectas.

Recibido de diseñador gráfico, creó los primeros catálogos y toda la folletería: “Durante veinte años sacamos una revista de ochenta páginas con los productos y sus precios. Se acercó a un público que los creía inaccesibles. También se implicó en la gestión comercial y atendió a los encargados de tienda, agilizando temas de comunicación con sucursales, fundamentales para el crecimiento” dice Roberto. “Seguimos trabajando en la pandemia, con protocolos en producción, y vendedores activos desde las redes. Un mes antes de la crisis del 2001 compramos el establecimiento para concentrar todos los talleres. En 2002 estábamos preparados para la reactivación. El mall lo abrimos en 2008 en plena crisis del campo, y abrimos Hudson en un cambio de gobierno complicado”, explica Fernando y destaca: “Tenemos una fábrica-escuela donde motivamos a los chicos que ingresan para una cultura del trabajo, y que aprendan un oficio desde cero, hasta llegar a la excelencia.”

Poltrona Terra de forma orgánica y género texturado en un contexto cromático de tendencia.

Federico, hijo menor de Roberto, también conoció la fábrica desde muy chico. Periodista y con facilidad para los números, desde temprano manifestó vocación por la música, que hoy continúa profesionalmente. Aunque había pasado por todas las tareas de la empresa, no encontraba donde desarrollar su potencial. Fue una obra en el hotel Sheraton el punto bisagra: “Eso me motivó mucho. Mi padre me propuso encargarme del área de Recursos Humanos. Acepté esa responsabilidad, y a los 23 años supe que me involucraba por primera vez totalmente con la empresa”, reflexiona.

Su crecimiento fue rápido y progresivo. Cuando Roberto se iba de viaje quedaba a cargo del cash flow, y al tiempo se hizo cargo de todo el sector financiero. Federico potenció además el departamento de marketing: “Era importante comunicar desde el corazón de la empresa”. Se propuso hacerlo desde un lugar innovador, y ejemplo de publicidad disruptiva fue la mesa de Mirta Legrand, -de Fontenla, hace diez años- con la que grabaron una publicidad con jóvenes bailando sobre ella. Incorporaron así un público que parecía ajeno a la marca. Ampliando el concepto de lifestyle, desarrollaron perfumes de ambiente y personales; también proyectaron una línea de productos con Carolina “Pampita” Ardohain. Y crearon una segunda marca, Tienda FC, con productos curados por Fontenla. “Sabemos que no somos un negocio que vende muebles sino una empresa de interiorismo, que le resuelve al cliente todo lo que necesita”, concluye Federico. 

 Texto: Pablo Sáez.

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