Edición Nº 187 

Inventar el paisaje

Un lote angosto en un barrio nuevo, entonces falto de árboles y vecinos, fue tela en blanco para un proyecto ajustado a un crédito hipotecario y al deseo de una […]

Vista de la fachada lateral y la cubierta verde. La secuencia de patios genera distintas instancias entre muros blancos y gramíneas alineadas. En el jardín se plantaron gramíneas, un jacarandá y un liquidámbar; en el acceso principal hay un lapacho y en el patio interno un abedul con mucho significado para los dueños de casa.

Un lote angosto en un barrio nuevo, entonces falto de árboles y vecinos, fue tela en blanco para un proyecto ajustado a un crédito hipotecario y al deseo de una joven pareja sin hijos, cuya condición excluyente era recuperar el patio de la infancia. Con todo eso había que inventar un paisaje. “Algo que en la facultad no pasa: nos dan un paisaje y de ahí partimos. En las áreas suburbanas, cuando no hay nada, hay que imaginar una posible morfología a futuro, como se irá poblando. No había ningún punto de referencia. A lo largo de estos años la manzana se completó” recuerda la arquitecta Valeria Rodrigues Capitulo, de Estudio Rodrigues Capítulo.

En la cocina mueble laqueado en negro mate, mesada de granito leather mate, grifería FV de Blaistein; isla de madera de lenga y silla Kennedy de Navarro sillas. El granito de Marmolería Gaona, de Di Stéfano.

De hacer magia con la orientación y el presupuesto surgió una casa que dignifica la sencillez y los detalles constructivos: una secuencia de patios e interiores enhebrados en un juego visual que, además de resguardar la intimidad, propicia la ventilación cruzada y las bondades del sol en los meses fríos. Por dentro, la sensación de espacialidad (aunque chica no es, en rigor son 275 metros cubiertos en planta baja) se logró minimizando la paleta cromática mediante el uso de mármol travertino en todos los revestimientos, generando una caja neutra y luminosa.

En el dormitorio de uno de los chicos se colocaron escritorio y estantes de madera lenga, una silla Kennedy y cuadro de Milo Locket. La ventana da al patio lateral que se conecta con el principal, como los demás dormitorios.

“En cada espacio tiene distintos tratamientos: en los baños se usó travertino con una imprimación que lo impermeabiliza y suaviza al tacto; los pisos del interior fueron pulidos en mate y taponados; los del afuera se pulieron para sacar las marcas del disco, por el contacto con el agua. Es un material atérmico y mantiene la apariencia diáfana. Este procede de canteras nacionales, por lo que tiene un tono propio, más jaspeado” agrega la autora del proyecto, que antes de abrir su propio estudio hizo carrera profesional en el de Justo Solsona, con Luis Diaz y KLM arquitectos. El interiorismo se resolvió con pocos muebles hechos a medida, en sintonía con el volumen.
Más allá de sacar partido al lote y fundirse discreta en su entorno, el proyecto cumple el objetivo de mantener la memoria de aquellas casas mediterráneas de los abuelos inmigrantes, recuerdos que hoy arraigan a la familia.

Nota completa disponible en la edición impresa de D&D Nº 187.

Créditos: Arquitecta Valeria Rodrigues Capítulo de Atelier Rodrigues Capítulo.

PH: Daniela Mac Adden.

Texto: Marina Gambier.

 

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